Una poderosa herramienta contra el extremismo islámico es formar a madres para lograr una buena comunicación con sus hijos, lo que ayuda a detectar los primeros signos e, incluso, frenar una posible radicalización.

Esa es la apuesta de la ONG austríaca Frauen ohne Grenzen (Mujeres Sin Fronteras, en alemán) que desarrolla desde 2012 un proyecto llamado Mothers School (Escuelas de madres) en diferentes países musulmanes como Pakistán e Indonesia, pero también europeos como Austria o Bélgica.


En total, ya ha ayudado a más de 1.600 mujeres. Una de ellas es Sumaiyes Teerchy, una paquistaní de 24 años que participa desde hace tres en uno de los talleres que esta ONG desarrolla en la región de Cachemira. "Es una oportunidad para aprender a comunicarnos. Aprendí a construir una mejor comunicación con mi familia y a entender sus necesidades", explica la joven en declaraciones a la agencia Efe, en Viena.

Con motivo del Día Internacional de la Mujer, la ONG reunió esta semana en la capital austríaca a activistas del Reino Unido, Bélgica y Suecia para compartir sus experiencias en el trabajo de formar a madres musulmanas para fomentar la comunicación y la confianza familiar.

"Hablar y escuchar a sus hijos es la mejor manera de ayudarlos y reconocer si se están radicalizando. Cuando ellas ven que su hijo está haciendo algo malo, antes de prohibirle hacerlo, deben entenderlos y preguntarles por qué lo hacen", cuenta la directora de la ONG, Edit Schlaffer.

En Viena, unas 50 mujeres musulmanas participan en este proyecto, cofinanciado por el gobierno austríaco y en el que les enseñan a comunicarse con sus hijos, escucharlos y "tomarlos en serio".


Pasar mucho tiempo en internet, cambiar la forma de vestir, sustituir a los amigos de siempre por otros, rezar más a menudo y aislarse con respecto al resto de la familia son los signos más importantes de una posible radicalización.

Así lo vivió Saliha Ben Ali, una madre afectada y activista en Bélgica que fue testigo de la radicalización de su hijo, quien viajó hace dos años a Siria, donde murió en combate a los tres meses de llegar.

"Su radicalización fue muy rápida, en dos meses cambió por completo. Él empezó a rezar más a menudo. Estaba en contacto con organizaciones extremistas, pero no lo sabíamos. Tenía nuevos amigos y se empezó a aislar de la familia", cuenta Ben Ali.

A consecuencia de los atentados de París del pasado 13 de noviembre con 130 muertos, Ben Ali fundó una organización local para narrar su testimonio en los colegios y trabajar en talleres con otras madres musulmanas.

Para la familia fue "muy difícil volver a la normalidad" y, por eso, decidió apoyar a otras familias afectadas y a los jóvenes, "para advertirles del riesgo de la radicalización y del extremismo", afirma. "Contar mi testimonio es muy importante para que la gente entienda el sufrimiento de las familias. Los jóvenes ven en mí a su madre y las madres ven en mi historia a sus propios hijos", asegura.

Con sus talleres, Saliha Ben Ali pretende proporcionar a las madres "las herramientas" que les permitan identificar los cambios en el comportamiento de sus hijos y protegerlos de la radicalización.

Con este mismo objetivo, Nazia Khanum trabaja desde su organización Equality in Diversity en Luton (Inglaterra) con madres, abuelas y en general mujeres que cuidan de niños. "Cuando ellas vean cambios en el comportamiento de sus hijos, deben estar preparadas para comunicarse con ellos, para preguntarles sobre eso todo el tiempo y así podrán protegerlos antes de que sea demasiado tarde", indica.

La confianza y la comunicación entre madres e hijos son lo más importante para detectar signos de radicalización, cuyo mayor riesgo está en internet, según esta activista. "Si las madres detectan algún cambio en el comportamiento normal de sus hijos deben preguntar ¿por qué estás cambiando?, ¿qué te pasa?, ¿con quién te relacionas?", dice.

Solo así pueden desarrollar una relación de confianza con su hijo y prevenirlos antes de que se radicalicen, añade la activista. 

(EFE)