La empresa japonesa Fujifilm acaba de anunciar que volverá a fabricar película fotográfica de blanco y negro y de este modo da marcha atrás en su decisión, anunciada en 2018, de dejar de producir esta clase de carretes. Algo motivado en parte por las peticiones de algunos fotógrafos. Su retorno es una gran noticia, pues no es exagerado decir que estamos ante un tipo de película mítica en la historia de la fotografía.

Pero este caso es solo una pequeña muestra de un regreso silencioso, a través de pequeñas, medianas y grandes empresas que vuelven a producir productos para realizar fotografía química. Se busca así satisfacer la creciente demanda de fotógrafos aficionados y profesionales.

Kodak merece especial atención, pues desde su quiebra comenzaron a desaparecer productos míticos de su catálogo que ahora, poco a poco, vuelven. El caso paradigmático es el de la famosa película Ektachrome. La empresa estadounidense también recibió un impulso económico al pagar varios estudios de cine para que siguieran produciendo material de rodaje químico. Muy reivindicado por directores como J.J. Abrams o Quentin Tarantino. De hecho, incluso hay cines que vuelven a proyectar películas en celuloide. Como es el caso del cine Phenomena de Barcelona. Además, Kodak sigue apostando por el 8mm como material para la enseñanza de los futuros cineastas.

¿A qué se debe esta renovada tendencia por volver a fotografiar con película? Con la fotografía química se siguen logrando cosas que no son posibles con la tecnología digital. Y no sólo mayor concentración a la hora de hacer una foto, ya que al tener un cantidad limitada de imágenes para sacar en un rollo, no se dispara cientos de veces en busca de una buena imagen, sino que será sólo dos o tres tomas.

Una de las claves más importantes para seguir usando película química se debe a la aleatoriedad. A diferencia de lo que sucede con los sensores de imagen que usan las cámaras digitales para captar los fotones de la luz, en la película fotográfica los haluros de plata cumplen la misma función. Pero estos no se distribuyen en una matriz uniforme.

El haluro de plata fotosensible, que es la unidad mínima de información en fotografía química, se distribuye aleatoriamente sobre la superficie de la película. En eso radica en gran medida que las imágenes fotoquímicas sigan siendo diferentes a las imágenes digitales, basadas en patrones de píxeles distribuidos uniformemente. De hecho, no es posible que dos fotografías hechas en las mismas condiciones de luz y con el mismo tipo de película sean iguales. Al menos si examinamos su “grano” mediante una lupa.