Mucho se debatió en estas últimas semanas sobre los alcances negativos de la reforma previsional. En el Congreso, los diputados opositores expusieron su rechazo con una catarata de argumentos. En los medios de comunicación, periodistas, especialistas y dirigentes políticos refutaron con datos la tesis del gobierno sobre los beneficios de la medida.

Pero poco y nada se habló del “impacto de género” que tiene la reforma. Al analizar  números más fino se advierte un perjuicio mayor en las mujeres que en los hombres. La economista Mercedes D’Alessandro, autora del libro Economía Feminista, explicó en diálogo con Rosarioplus.com los motivos de esta invisible realidad.

1) Hay más jubiladas que jubilados. De acuerdo con los últimos datos difundidos por el Anses, el 62% de jubiladas y pensionadas (sin moratoria) son mujeres; y el 38% son varones.

2) El 86% de las personas que accedieron a la última moratoria previsional –alcanzaron el beneficio sin tener los aportes necesarios-- fueron mujeres. Este grupo lo integran amas de casa, empleadas domésticas y trabajadoras en su mayoría precarizadas que no superaban los 10 años de aportes. A partir de ahora solo podrán tener acceso a una pensión que es de 80 por ciento de la jubilación mínima (5.700 pesos).

3) el 20% de las trabajadoras argentinas desarrollan tareas dentro del servicio doméstico, que el área con peores salarios y uno de los precarizados de la economía. El 76 por ciento de estas mujeres no puede hacer aportes por las condiciones de informalidad de esta rama.

4) Las mujeres administran casi todas las Asignaciones por Hijo.  El 99% de las titulares de la AUH son las madres de los hijos beneficiados.

5-) Más mujeres cobran pensiones no contributivas: 64% beneficiarias de pensiones no contributivas (por vejez, por invalidez o para madres de siete hijos) son mujeres, y solo el 36%, varones.

¿Hay algún antecedente en estos dos años de una medida del gobierno que perjudica tanto a las mujeres en relación a los hombres?

-Es difícil decir que es la medida más fuerte contra las mujeres. No tengo datos suficientes para semejante afirmación. Puede que sí, que sea la medida con el peor impacto de género. Lo que sí podemos asegurar es que tiene un impacto asimétrico y muy regresivo sobre el impacto de las mujeres, porque además se da en un contexto en el que las mujeres ya están en desigualdad de condiciones en el mercado laboral.

¿Dónde reside la principal desigualdad?

El problema es que desde 2014 en adelante con la moratoria era que las personas que no tenían los 30 años de aportes podían jubilarse accediendo a la mínima. Como eso hoy se canceló esas personas solamente pueden alcanzar una pensión universal que sacó Cambiemos como alternativa. Pero se trata de una pensión de miseria de 5.700 pesos. Es un certificado de pobreza. Le estamos dando esta magra opción a una mujer que trabajó toda su vida en labores doméstica. Otro aspecto a tener en cuenta es que el 20% de las mujeres trabajan de empleadas domésticas, uno de los sectores más informales de la economía argentina y con peores salarios.

¿Por qué si es tan evidente este impacto de género casi no forma parte la discusión pública?

Yo escuché casi todas las discusiones en el Congreso y casi no se habló de esto. En la del jueves no se dijo casi nada y en la del lunes algunos opositores lo mencionaron. Se empezó hablar del impacto de género y para mí eso fue producto de la movida en las redes y del agite feminista. El tema lo instalamos las mujeres, porque la discusión está fuera de la agenda de la oposición y del oficialismo. A partir que se instaló el lema Ni Una Menos se empezó a visibilizar que hay otras desigualdades. Se empieza a romper el imaginario de que se trata de un tema de mujeres que solo les interesa a las mujeres, cuando es un tema social que atraviesa a la política y a la economía.

Se habla mucho que a partir de esta reforma muchísimos argentinos son un poco más pobre. ¿Se puede decir que las mujeres son las más empobrecidas?

Totalmente. Es un grupo muy grande de mujeres perjudicas. Las amas de casa, las trabajadoras domésticas, las trabajadoras precarizadas, las beneficiaras de AUH y las beneficiarias de las asignaciones por embarazo, todas ellas se empobrecen con esta reforma. Por eso hablamos de un ajuste con cara de mujer.