La búsqueda de los prófugos del penal de General Alvear llegó a su fin este lunes con la captura de Cristian Lanatta y Víctor Schillaci en la zona sur de Cayastá, en un paraje denominado “Cuatro bocas”. La detención la realizó la policía de Santa Fe, no muy lejos de donde el sábado cayó detenido Martín Lanatta.

El vicegobernador de Santa Fe, Carlos Fascendini, fue quien confirmó la noticia, adelantándose a la comunicación oficial del Ministerio de Seguridad de la Nación, y en medio de suspicacias tras la fallida versión del sábado que aseguraba que los tres habían sido detenidos. 

“En este momento los otros dos prófugos están detenidos por la provincia de Santa Fe en cercanías de Cayastá”, declaró  el vicegobernador en Radio Del Plata. Cuando se le preguntó por precisiones, dijo no saber detalles de la operación, y sólo aclaró que fue “la Tropa de Operaciones Especiales (TOE)” quien detuvo a los dos prófugos juntos. 

Según las versiones que siguen desde el teatro de los hechos, Martín Franco, un empleado del molino arrocero Spalletti fue a trabajar esta mañana, hacia las 6, como lo hace habitualmente, a cargo de abrir las puertas del establecimiento. Pero como sabía que el sábado las fuerzas de seguridad habían estado revisando esas mismas instalaciones en busca de los fugitivos, el hombre tomó la precaución de pasar antes por la comisaría 5ª de Cayastá y avisar que se dirigía hacia la planta.

Y fue al ingresar que el operario se encontró con Lanatta y Schillaci, quienes se habían guarecido en uno de los galpones. Tenían armas largas ambos, pero lucían en un estado deplorable, hambrientos y exhaustos. Los fugitivos tomaron al empleado como rehén aunque sin ejercer mayor violencia, y le pidieron agua y comida. Al cabo de un momento, la situación cambió y el propio rehén tuvo margen para avisar a la policía que los delincuentes estaban allí, con él. Cuando la policía llegó, ninguno de los dos ofreció resistencia. Terminaba un thriller de cuatro días entre los maizales de San Carlos y los sauces del río San Javier.

Ahora empieza otra novela, la que deba indagar en las supuestas complicidades que abonaron la fuga del trío condenado por el triple crimen de General Rodríguez, y la cadena de desaciertos, información falsa y anuncios fallidos en la que los funcionarios nacionales, y hasta el presidente Mauricio Macri, incurrieron de manera inédita. Quedará también por establecer si al fin de cuentas el empleado del molino, Martín Franco, tiene derecho a reclamar los dos millones de pesos ofrecidos por el gobierno como recompensa por quien facilitara la captura de los fugitivos.