Los desprevenidos transeúntes del viernes en la peatonal Córdoba se sorprendieron bajo el sol picante del mediodía por un inesperado regalo que, en realidad, fue la forma de hacer visible una protesta, y peor aún: un alerta por lo que vendrá.

La Asociación de Industriales Panaderos y Afines de Rosario (AIPAR) envió a algunos de sus fabricantes a la calle, y en un par de esquinas de la peatonal montaron puestos en los que repartieron a título gratuito más de 300 kilos de pan. Y la mayoría de la gente aceptó el convite de buen grado y, de paso, se interiorizó por la situación de fondo.

“El problema es que la molinería viene aumentando la harina de manera inexplicable, y eso nos empuja a resignar rentabilidad y absorber aumentos desmedidos, o a incrementar nuestros precios hasta llegar a un punto en el que nadie querrá comprar pan”, advirtió Jorge Vitantonio, vicepresidente de la entidad gremial. 

Explicó que el 1º de noviembre el sector panaderil se reunió con la Federación de Molineros nacional y escucharon la advertencia de que si se eliminaban las retenciones a los cereales -cosa que el equipo de Mauricio Macri prometió pero que aún no ocurrió- los molinos aumentarían el valor de la harina. “Volvimos y para la noche ya había aumentado 50%. Ellos le echan la culpa a los productores, pero la verdad es que el mercado está controlado por cuatro o cinco firmas grandes de acopio y molienda, y forman precio. Acá no pasó nada todavía porque el gobierno no cambió, pero ellos ya aumentaron”, denunció Vitantonio, que representa a unas 400 panaderías habilitadas que hay en Rosario.

Los panaderos aseguran que en un mes, la harina aumentó 90%, y las grasas y levaduras lo hicieron en valores menores pero importantes, entre 20 y 40 por ciento, y todo eso incide en el precio del pan que paga el consumidor final. 

Según el dirigente, los molineros anclaron el precio de la vital materia prima en una relación como si el dólar ya valiera 15 pesos. Y contó que antes de cada aumento, la cadena experimentó retracciones en las entregas. “Cuando la bolsa costaba 230 pesos, dejaron de entregar, y cuando reanudaron ya valía 250. Y después pasó lo mismo hasta que volvieron con la bolsa ya a 285 pesos. Nosotros vendemos el pan a 22 pesos el kilo, pero según los costos deberíamos aumentarlo 2 o 3 pesos más, pero no lo hacemos porque nos damos cuenta que la gente va a dejar de comprar pan”, analizó.