La Biblioteca Nacional convocó a vecinos de Rosario y zonas aledañas a contribuir con un archivo de correspondencia que circuló en épocas de la última dictadura cívico militar. Conocidos o no, la idea es aportar a un cúmulo de documentos de consulta para investigadores, periodistas y hasta docentes que desean material para dar la temática en clase, entre otros fines. Desde 2012 ya sumó 2 mil piezas de unas 35 personas, y giró con una muestra en varias localidades.

De hecho, hasta este jueves se puede ver un recorte de la muestra en el Museo de la Memoria (Córdoba 2019). La exhibición, que comenzó en diciembre, está integrada por manuscritos y documentos epistolares que iban de puño y letra entre cárceles, hogares adentro o afuera de Argentina.  

Según explicaron desde la repartición local, la colección es uno de los fondos documentales más consultados en el Departamento de Archivos y Colecciones Particulares de la Biblioteca Nacional. Como ocurrió en otras localidades por donde giró la muestra (Villa María, Córdoba, y en La Plata), la Biblioteca invitó a los ciudadanos a sumar documentos de sus hogares al archivo.

El viernes de 16 a 19 y el sábado de 11 a 13 y de 15 a 17 en el museo representantes de la biblioteca recibirán materiales para anexar a la colección. Los interesados pueden contactarse con los gestores de la iniciativa a través del correo electrónico: archivosycolecciones@bn.gov.ar.

Cartas de la Dictadura nació antes de 2012 en la cabeza de la escritora Laura Giussani a partir de recapacitar sobre la experiencia propia. Ella estuvo exiliada junto a su familia desde el principio de la última dictadura en Europa y al volver muchos años más tarde encontró un valor significativo en la correspondencia que mantuvo con sus familiares y amigos entre 1976 y 1983. En 2012 presentó el proyecto a las autoridades de la Biblioteca Nacional, que lo aprobaron. La mujer logró convocar a 35 personas más que entregaron parte de sus recuerdos y que desde 2012 comparten lugar con los documentos históricos en la Biblioteca Nacional. Agrupó comunicaciones entre militantes exiliados, presos políticos, militares, religiosos y cuanto relato pudiese hablar de cómo se vivía en tiempos silenciosos de Argentina.

La idea de Giussani es que sea un material de consulta para investigadores y público en general. Según explicó la escritora, ya ha sido usado para investigaciones históricas, proyectos literarios y consultas de profesores que buscan testimonios para contar a los alumnos los intersticios de la vida bajo los gobiernos militares.

Sobre el valor de los testimonios Giussani explicó: “Machacar sobre la muerte, la tortura y el secuestro es paralizante. Nos deja quietos saber que no había vida. Y la había. Me parece un mensaje útil para cualquier contexto. Es importante que la Biblioteca Nacional tome con la misma seriedad estos archivos que los de John William Cooke. Ambos hablan de protagonistas de la historia”.

Si bien hay documentos de Ernesto Sábato o Eduardo Galeano, el archivo incluye a cualquier hijo de vecino que haya querido sumar su relato al coro de historias. Para Giussani no existe un límite o restricción por ideología: se incorporan cartas de montoneros, militares, religiosos, entre otros. 

En los planes de la escritora y la Biblioteca está habilitar un espacio de consulta online, además del lugar físico.