El primer ministro de Islandia, Sigmundur Gunnlaugsson, se alejó del gobierno por "tiempo indeterminado" acosado por el escándalo político desatado por su mención en los Panamá Papers, tras una jornada cargada de versiones sobre su renuncia definitiva, de elecciones anticipadas, acusaciones cruzadas dentro de la coalición gobernante y masivas protestas frente al Parlamento.

Su posible sucesor y hasta ahora ministro de Agricultura y Pesca Sigurour Ingi Jóhannsson anunció su salida, que fue interpretada por la prensa local e internacional como una renuncia; y luego, ya entrada la noche, su propia oficina tuvo que explicar, en un mail, que su salida del gobierno “es temporal, no renunció y seguirá ocupando el cargo de presidente del Partido Progresista”.

El domingo pasado el diario alemán Süddeutsche Zeitung y decenas de medios miembros del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) publicaron una investigación mundial que involucró a más de 130 líderes políticos y numerosas figuras de la cultura y el deporte que están vinculados a sociedades offshore en paraísos fiscales.

La investigación se sustentó en la filtración de 11,5 millones de documentos que reflejan cómo un estudio de abogados panameño, Mossack Fonseca, creó 15.000 compañías offshore a través de 500 bancos y subsidiarias en las últimas cuatro décadas.

Uno de los líderes políticos de mayor rango que apareció mencionado en los documentos filtrados el domingo fue el de Gunnlaugsson, junto con el presidente Mauricio Macri y los reyes de Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos.

Según los documentos filtrados, el dirigente islandés compró en 2007 una empresa offshore acreedora de los bancos islandeses que se declararon en bancarrota en la famosa crisis del 2008. Cuando asumió como diputado en 2009 no la declaró y, ocho meses después, la vendió a su mujer por un dólar.

Al día siguiente, decenas de miles de islandeses firmaron un petitorio para que Gunnlaugsson renunciara y, poco después, más de 10.000 personas marcharon en el centro de la capital, Reikiavik.