La captura de Cristian Lanatta y Víctor Schillaci se produjo en Cayastá en el molino arrocero de la firma Spalletti, ubicado sobre la ruta 1, y a sólo 500 metros de donde el sábado por la mañana se detuvo a Martín Lanatta. El encargado del lugar resultó clave al anticiparse al hecho y dar aviso a la policía santafesina por si ocurría alguna situación anormal.

Rosarioplus.com se comunicó con el gerente de la firma arrocera, Juan Carlos Spalletti, quien contó que el empleado Martín Franco fue a realizar tareas habituales al lugar pero, por precaución, notificó que iría hasta una zona proclive a ser usada como escondite. 

Este lunes por la mañana, Martín se dirigió en su moto a las instalaciones del molino como es habitual, aunque antes pasó por la comisaría 5ª, precavido de la situación de peligro de la zona por los prófugos. Avisó que iba al molino y continuó su marcha.

Dio unas vueltas alrededor del establecimiento por si acaso, y al no ver nada raro abrió una de las puertas del galpón: a punta de pistola los dos prófugos lo metieron rápidamente al lugar y continuaron agazapados. A primera vista, las fuerzas en los fugados ya no eran las mismas, el cansancio de dos semanas de escape los había derrumbado en aquel escondite. 

“Me decían que me quede tranquilo, que no me iba a pasar nada. Me hacía el tonto de que no los conocía”, relató Franco a su empleador y agregó que “lo trataron bien a pesar de todo”. Sin embargo la situación duró poco, dado que los policías alertados llegaron rápidamente al molino, muy conocido en la zona. 

Quienes ingresaron al lugar fueron efectivos de las Tropas de Operaciones Especiales (TOE), aunque lograron reducirlos sin disparar una sola bala. El joven peón aclaró que no ofrecieron resistencia por más que estuvieran armados con 9 milímetros y armas largas, en un claro signo de su deteriorado estado físico y mental tras dos semanas de haberse fugado del penal de General Alvear.

Otros testigos aclararon que “tenían hambre y mucha sed, y que se mostraban tranquilos”.