El líder de Damas Gratis, Pablo Lescano, uno de los máximos productores y referentes de cumbia del país, sostuvo que con los años se volvió un "artista ortodoxo", que escucha cumbia de su época y no bandas actuales, a la vez que reconoció que para grabar prefiere los sintetizadores físicos y no los instrumentos virtuales que se descargan de la web.

En entrevista con Télam, el compositor de éxitos como "Los dueños del pabellón" y "No te creas tan importante", sostuvo que luego de 25 años de carrera su grupo ya "casi es Clase A", en cuanto a reconocimiento en giras, y explicó sus diferentes estrategias de producción tanto para los shows como para el estudio.

Conocedor de un sinfín de sintetizadores y autodidacta, también aseveró que lo importante en una producción es el resultado final y no tanto los elementos que se usaron.

"Mi hijo Tomi desafina y yo le digo que pruebe cantar trap y que use el autotune (programa de afinación digital), que se divierta y que sea como quiera ser. No pretendo que escuche lo mismo que yo", dijo Lescano, luego de inaugurar un mural con su rostro en el barrio de Palermo en el marco de una campaña de Spotify para sus playlists de cumbia.

—¿Entonces, no sos como Charly, que dijo "muerte al autotune".
—No, ni a palos, yo lo uso y produzco. El resultado final es escucharlo y ver cómo queda. Si está bueno, ya fue. Es lo que va. Cada uno labura cómo quiere.
—¿Escuchás bandas actuales o nuevos géneros de baile como el trap o reguetón?
—Hay mucha cumbia que me gusta y mucha que no. Como en todos los géneros. Me convertí en un artista ortodoxo y escucho cumbia de los '90 y una banda que se llama Damas Gratis (risas). No escucho mucho lo actual. De ahora me gusta Ángeles Azules, pero casi nada de otros géneros. Mi hijo escucha trap y a mí me llega de rebote.
—¿Sabés que vos usás muchos sonidos que usaba Yes en los 70?
(Risas) —¡Te juro por mi hija Marita que no sé quiénes son! Cuando empezamos, todos teníamos el mismo sonido porque usábamos el mismo teclado barato, el Roland XP10 y después el Korg N364. Hoy sí me puedo dar el lujo de comprarme el "sinte" que quiero.
—Estás equipado.
—Tengo un XV88 de Roland, un XP80 y 90, dos o tres Korg, un Trinity... igual tengo un amigo que se baja librerías... ojo, yo grabo en análogo. Cuando voy a lo de este pibe, grabo y él lo pasa en midi. Me quiere cambiar, pero me cuesta darle la razón. No hay que pecar de soberbio. Hay que escuchar, probar y volverlo a escuchar al otro día.
—¿Y en vivo?
—Uso un Roland AX1. La producción del grupo es para tocar con un teclado. Armo los sonidos y se los asigno a cada botón. Si tuviera más teclados, no podría tener libertad en el escenario. Con uno sólo está bien, cumple con todas las funciones. Además, está la comodidad para transportarlo de baile en baile en una noche. 
—En cuanto a la producción, con las nuevas tecnologías se democratizó el acceso, ¿no?
—Se volvió más fácil. Con una computadora ya podés arrancar. Cuando empecé y grabé mi primer disco, tuve que juntar 3.000 pesos/dólares y pagar 100 horas de grabación. Me salió bien porque el grupo pegó. ¿Pero si no pasaba? 
—¿Por qué elegiste el teclado y no un instrumento más tradicional, como la guitarra?
—Era lo único que tenía a mano. Empecé a tocar por un vecino que a la mamá la habían echado del laburo y con la indemnización se compró un piano vertical y un acordeón y vi que tenía facilidad. Probé con la guitarra, pero no es para mí.
—Hacés giras por el exterior. Una vez dijiste que cuando saliste con los Cadillacs, te diste cuenta de que ellos eran Clase A y ustedes Clase Z, en cuanto a la producción de las giras.
—Ahora casi somos Clase A cuando viajamos, y son los mismos productores (risas). Igual, no somos los Cadillacs, pero no me puedo quejar. Al menos ya no hago el check in en los hoteles.

 

Télam