Un atentado suicida del Estado Islámico (EI) provocó este jueves al menos 42 muertos, entre ellos mujeres y niños, y más de 80 heridos en un centro cultural de la minoría chiita que alberga una escuela religiosa islámica, una mezquita y las oficinas de una agencia de noticias afgana en Kabul.

La explosión se produjo hacia las 10.30 hora local (las 3 en Argentina) en el mayor barrio chiita de Kabul, Dasht e Barchi, en el oeste de la capital afgana, donde la milicia sunnita del EI atentó varias veces durante los últimos meses. El portavoz del ministerio de Interior de Afganistán, Nasrat Rahimi, confirmó a las agencias de noticias EFE y DPA que un atacante suicida se hizo volar por los aires dentro del edificio y que entre las víctimas hay mujeres y niños.

Fuentes del ministerio de Salud afgano cifraron en 42 los muertos por el atentado cuando ya caía la tarde en Kabul. Rahimi explicó que en el Centro Cultural de Tabyan se encuentran las oficinas de la agencia de noticias afgana La Voz Afgana, de tendencia pro iraní, y que cuando la gente acudía a ayudar tras la explosión, estallaron otras dos bombas fuera del edificio.

El director de la agencia de noticias, Sayed Hasan Hussaini, informó que en el momento del atentado un grupo de estudiantes participaba de un seminario en el que se debatía la ocupación soviética de Afganistán (1979-1989).

El grupo yihadista reivindicó el ataque a través de un mensaje publicado por la agencia de noticias Amaq, que difunde propaganda del EI. Por su parte, los talibanes, el mayor movimiento insurgente de Afganistán, habían tomado distancia del ataque desde el primer momento vía Twitter, abriendo la hipótesis de una responsabilidad del EI.

El portavoz de la Policía de Kabul, Basir Mujahid, confirmó que el insurgente detonó los explosivos que portaba en la primera planta del centro, donde tenía lugar el seminario "en el que participaban decenas de personas", y que las oficinas de la agencia de noticias se encuentran en el piso superior. "Después de la primera explosión se produjeron dos más por bombas caseras colocadas cerca de la entrada principal del edificio", añadió el vocero policial, que precisó sin embargo que "casi la totalidad de las víctimas se debieron al ataque suicida". Ambulancias y vehículos policiales llevaron a los muertos y heridos a hospitales públicos y privados cercanos, informó la cadena CNN. 

Las fuerzas de seguridad acordonaron el sitio y bloquearon la carretera principal cercana al humilde barrio chiita.  En el cercano hospital Istiqlal, el director Mohammed Sabir Nasib dijo que la sala de emergencias estaba abarrotada de muertos y heridos y que debieron convocar a más de 50 médicos y enfermeras adicionales para atender a las víctimas, la mayoría de las cuales sufrieron quemaduras graves.

El presidente afgano, Ashraf Ghani, condenó con dureza el ataque y lo definió como "un crimen contra la humanidad", reportó la agencia de noticias ANSA.

Los atentados del EI y de los talibanes contra la minoría chiita se repiten en Afganistán. El último de relevancia se produjo en octubre pasado, cuando 75 personas murieron y 168 resultaron heridas en tres ataques con coche bomba contra puestos policiales y oficinas del gobierno. Desde entonces, el EI también atacó otros barrios de la ciudad, así como un canal de televisión y una oficina de los servicios secretos.  En el año hubo más de 20 graves atentados del EI en Kabul, y también de los talibanes. El más grave, ocurrido frente a la embajada alemana en mayo, dejó unos 150 muertos.

A las víctimas de los atentados, se suman los muertos y heridos que generan los campos minados por los insurgentes para impedir el avance de las tropas afganas. El miércoles, al menos seis niños menores de 10 años murieron al explotar una mina mientras jugaban en una aldea en la provincia de Balkh, en el norte de Afganistán.

"Los talibanes colocan minas en todos lados, como las carreteras de las aldeas o enfrente de los colegios, y causan víctimas entre civiles, mujeres y niños", explicó el portavoz de la policía de Balkh, Shirjan Duranai. El año pasado, el número de niños muertos y heridos en el conflicto afgano se disparó un 24% debido fundamentalmente a un incremento del 66% en las víctimas por restos de explosivos de guerra, de las que la mayoría son menores, según datos de la misión de la ONU en Afganistán (Unama).

Desde el final de la misión de combate de la OTAN en enero de 2015, Kabul fue perdiendo terreno ante los insurgentes hasta controlar apenas un 57% del país, según el inspector especial general para la Reconstrucción de Afganistán (Sigar) del Congreso de Estados Unidos.