El gobierno de Carolina del Norte, en Estados Unidos, declaró este jueves el estado de emergencia y desplegó la Guardia Nacional en la ciudad de Charlotte, tras una segunda noche de protestas por la muerte de un hombre negro a manos de la policía, que incluyó escenas de caos, saqueos y terminó con 11 heridos y más de 40 arrestos.

Nueve civiles y dos policías resultaron heridos y 44 manifestantes fueron detenidos durante las protestas, que fueron aún más violentas que las de la noche anterior, señaló en una rueda de prensa el jefe de policía, Kerr Putney, de esa localidad del estado de Carolina del Norte.

Putney explicó además que las autoridades investigan quién baleó a un manifestante que quedó en estado "crítico" anoche durante las protestas, en medio de versiones de que pudo haber sido un policía. El jefe policial también informó que la policía mantiene la versión de que el el afroamericano abatido el martes, cuya muerte desató las protestas del miércoles y de hoy, tenía una arma de puño en sus manos, aunque agregó que los agentes que participaron en el operativo no vieron si les apuntaba o no con ella.

Familiares de la víctima solicitaron a las autoridades tener acceso a un video registrado desde uno de los patrulleros, que captó el momento de su muerte, solicitud que aceptada por la policía, señaló Putney. Poco antes, el gobernador de Carolina del Norte,el republicano Pat McCroy dijo a la cadena CNN que no era posible "tolerar la violencia y los ataques a nuestros policías", al explicar su decisión de decretar el estado de excepción, que le permitirá desplegar a las tropas de la Guardia Nacional e imponer un toque de queda para controlar la ciudad de alrededor de 825.000 habitantes y un 35% de población negra. 

Las fuerzas policiales recurrieron a gases lacrimógenos y proyectiles de goma para sofocar nuevas manifestaciones que empezaron anoche y crecían en violencia, y lograr que los furiosos manifestantes abandonaran sus reclamos en el centro de la ciudad por la muerte de Keith Lamont Scott, de 43 años, abatido en un estacionamiento de un complejo habitacional. La policía asegura que Scott iba armado y que se negó a tirar su arma, pero la familia asegura que leía un libro cuando fue acribillado por un policía, también negro.

Charlotte integra una nutrida lista de casos de violencia policial contra la comunidad afroamericana en Estados Unidos y llega tras dos episodios similares ocurridos en la última semana, que atizaron el creciente debate y la preocupación de las minorías que acusan a los uniformados de discriminación y violencia excesiva.

Los manifestantes ocasionaron cuantiosos destrozos a mobiliario urbano, comercios, viviendas y vehículos, lanzaron piedras contra la policía y saquearon negocios, entre ellos el Hotel Hyatt, donde atacaron a sus empleados.

En una rueda de prensa, la alcaldesa de Charlotte, Jennifer Roberts, pidió calma a los habitantes de la ciudad y prometió "total transparencia" en la investigación de lo sucedido. A su lado, Putney, aseguró que "la historia es muy diferente de la que se ha contado en las redes sociales", y dijo que los agentes pidieron a Scott que arrojara el arma con la que salió de un vehículo. En el lugar del incidente, dijo, se encontró un arma cerca del cuerpo de la víctima y no un libro, como aseguran sus familiares. Todo el suceso -subrayó el uniformado- quedó registrado en un video gracias a la cámara que llevaba uno de los agentes implicados, aunque hasta ahora las autoridades se abstuvieron de hacerlo público.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, mantuvo hoy una conversación telefónica con la alcaldesa Roberts para abordar la problemática. Obama también habló con el alcalde de Tulsa (Oklahoma), Dewey Bartlett, ciudad que vive su particular estado de turbulencia después de que la Policía matara el pasado viernes al afroamericano Terence Crutcher, que iba desarmado y al que se le había averiado el vehículo.

El tema, que copó los medios estadounidenses, ingresó también en la campaña electoral. La candidata demócrata a la Casa Blanca, Hillary Clinton, dijo que la muerte de afroamericanos a manos de policías "comienza a ser intolerable", mientras que su rival republicano, Donald Trump, calificó los hechos de "trágicos" y abogó por hacer Estados Unidos "nuevamente seguro".
En lo que va de 2016, la Policía en Estados Unidos mató a 706 personas, 173 de ellas afroamericanos, según un recuento del diario The Washington Post, es decir un 24% de las víctimas, casi el doble de su peso real en la población estadounidense (13%).

 

(EFE)