Como quien se propone vencer al tiempo, Pedro Aznar provocó el pasado miércoles por la noche en el escenario del Teatro Colón, un reencuentro con Charly García y David Lebón, los otros tres miembros de Serú Girán junto al fallecido Oscar Moro.

Aznar invocó en el Colón, en su presentación programada para el Festival Únicos, la herencia musical de la formación que enriqueció el lenguaje del rock nacional y que, tras su disruptivo tránsito entre 1978 y 1982, se despidió –luego de un complejo retorno- por segunda vez en 1992, y luego en 2013 en Cosquín Rock.

El ex bajista de Serú convocó primero a Lebón y García para tocar por separado para, finalmente, desembocar en un efímero retorno que atizó la sensibilidad de un público que no estaba avisado de semejante fotografía.

Cuando promediaba el concierto, Lebón irrumpió en escena para tocar "Dos edificios dorados", en el presunto plan de Aznar por presentar citas cronológicas de su carrera musical, que ostenta 18 discos solistas. Hasta entonces, un guiño previsible.

Tras un breve intervalo con "Lina de luto", el invitado al escenario fue Charly García para ofrecer una versión a dúo de "Confesiones de Invierno" en la que Aznar ofició de guía y que García acompañó, lejos de cualquier despliegue físico o técnico, pero con su sentido de la musicalidad invencible.

El terreno estaba demarcado. Y una ovación se desató cuando Lebón regresó al escenario para, ya de a tres, reeditar la formación de Serú y entregar una versión de corte clásico de "A cada hombre, a cada mujer".

Por un momento pareció que la noche debía terminar allí, sin más, a medio programa. Sin embargo Aznar enseguida consiguió retomar el clima de un concierto propio con las armas más sencillas: un ejercicio de canto con caja y el texto despojado de "Tan alta que está la luna".

Eligió una amplificación mínima y fue edificando capas sonoras diferentes para cada tema, tocando primero las bases y luego duplicando el instrumento (o engarzándolo con otro de contraste) para trabajar sobre el matiz.