El incendio que el mes pasado devastó buena parte de la catedral de Notre Dame, en Francia, no solo conmocionó al mundo, también activó la imaginación de muchos arquitectos acerca de la reconstrucción de esa maravilla parisina. Y de tanto imaginar, algunos soprendieron y hasta escandalizaron las mentes más conservadoras.

Por estas horas se comentan algunas excéntricas ideas como las que presentó el estudio de arquitectura Ulf Mejergren Architects (UMA), con sede en Estocolmo, Suecia. Ellos proponen que el techo de la catedral que fue consumido por el fuego sea reemplazado por el agua: han proyectado una enorme piscina pública, con forma de cruz -tal como el techo original- y que sea custodiada por estatuas de los 12 apóstoles de la religión católica. Serían las mismas estatuas que zafaron del incendio porque justo unos días antes habían sido desmontadas para su restauración.

Según publica el sitio Pijama Surf, los arquitectos suecos argumentaron: “Una catedral no es una isla aislada en medio de una fábrica humana, sino que pertenece a la ciudad y a la gente”.  El desfile de tangas y bikinis en la azotea del templo sería algo digno de verse.

Otra idea inesperada fue la del paisajista Clément Willemin, de la agencia BASE: poner en el techo un pequeño bosque al que el público pueda visitar con fines recreativos. Estará prohibido cazar pajaritos y festejar el Día de la Primavera en los matorrales. Pero sería una propuesta menos costosa de implementar que el natatorio. Y como sería más barato, Willemin sugiere que el dinero sobrante de los 700 millones de euros que se recaudaron para la reconstrucción, sean destinados a construir viviendas sociales. 

Hay un proyecto del español Francisco Gómez Tejada (estudio NAB) apunta algo parecido, pero bajo techo de cristal: algo así como un invernadero. 

Después hay otro punto de discusión: qué hacer ante la ausencia de la flèche, tal como se llamaba la aguja de roble que marcaba la cima de los 96 metros de altura, y que se precipitó espectacular y envuelta en llamas. Hay quienes desean replicar esa figura en el horizonte de París, con alguna innovación. 

El diseñador gráfico Anthony Séjourné imaginó sustituir esa punta por un haz luminoso que todas las noches se proyecte en el cielo parisino, algo que evoca a las columnas de luz que hoy refulgen en el lugar donde hasta el 11S de 2001 estaban las Torres Gemelas de Nueva York.

El prestigioso arquitecto Norman Foster, en cambio, propone montar una espiga de cristal y acero inoxidable sobre un observatorio de acceso público, y el techo de la catedral, construido en una estructura de cristal para que la luz diurna ilumine la nave central del templo.