El Festival Nacional de Doma y Folklore de Jesús María es uno de los eventos más importantes del país y ya tiene trascendencia internacional. Sus más de 50 años de vida no son casualidad y vivir la experiencia desde cerca hace dar cuenta de la vigencia y el crecimiento que tiene año a año.

Durante los días que dura la fiesta no hay nada librado al azar. Está todo coordinado y se desarrolla con notable precisión: los horarios, las presentaciones en el escenario y el campo de jineteada, la duración de cada número, incluso el diálogo entre los conductores de cada actividad.

Es un espectáculo donde cada pieza se mueve de forma correcta y cumple con el rol asignado de antemano, mostrando una organización que ronda la perfección.

En el interior existen lugares de venta de comidas con precios consensuados y por eso los valores son los mismos en cada uno de ellos. No abundan los “pilcheros”, pero los que hay tienen su lugar exclusivamente destinado.

La comodidad para el público y para quienes cumplen allí alguna tarea es destacable: correcta distribución de sanitarios, lugares para refugiarse, sector para discapacitados, sector de entretenimiento para niños, entre otros.  

En las inmediaciones del predio del festival también se vive un clima festivo porque se ubican una enorme cantidad de puestos de venta de todo tipo, peñas, música, y diversión con visitantes que llegan de todo el país y también del extranjero.

En esta edición se pudo observar que los tradicionales “pilcheros” que venden prendes de campo se ubicaron más lejos del predio porque las inmediaciones fueron ocupadas por puestos de comida y también por vendedores de bijouterie y elementos similares, la mayoría de ellos llegados de África.

Cada día la fiesta comienza cerca de las seis de la tarde cuando se abren las puertas del predio y se extiende hasta las seis de la mañana. En ese lapso, no solo se disfruta de las actividades que se ofrecen en el interior sino también de las opciones de afuera.

La edición 51 del Festival tuvo excepcionalmente doce días de actividad, de los cuales once tuvieron jineteada en el campo de doma con los mejores jinetes del país y folklore en el escenario con los principales artistas nacionales. La última noche, la bonus track, tuvo la particularidad de contar con Lali Espósito y Márama entre los números más destacados.

Jesús María tiene un evento de trascendencia internacional que pocos lugares pueden darse el lujo de tener. Más de medio siglo de vigencia hace que sea un espectáculo único que se desarrolla de manera perfecta. Por eso es una experiencia digna de ser vivida.