Copenhague. En febrero, cuando murió, el pedido del príncipe consorte Enrique causó cierto escándalo en Dinamarca. Hasta entonces, siempre la tradición mantuvo la costumbre de sepultar a los miembros de la pareja real uno junto a otro, por los siglos de los siglos. Pero Enrique -que nunca se bancó el segundo plano en la Casa Real- pidió que a su muerte sus restos no vayan a parar a la tumba reservada a la realeza danesa, y la reina Margarita II así tuvo que aceptarlo.

La monarca recién esta semana abrió la boca sobre el asunto. Se mostró comprensiva con la decisión de su esposo, de no ser enterrados juntos y aseguró que fue un deseo personal que ella respeta. "Fue su decisión, era una persona libre. Y lo respeto", dijo la reina en su primer comentario público sobre el revuelo iniciado hace un año, al anunciar Enrique que rompería con la tradición centenaria de enterrar a los monarcas en la catedral de Roskilde (este del país) en protesta por no serle concedido el título de rey consorte.

Las declaraciones de Enrique, acusando a su esposa de tomarlo por "tonto", causaron un revuelo que calmó la Casa Real semanas después al informar de su retirada de la vida pública por padecer demencia. Enrique de Dinamarca fue ingresado a finales de enero por una infección pulmonar que se complicó y murió el 13 de febrero.

"El último año y medio no estuvimos tanto tiempo juntos porque no estaba muy bien. Fue como fue. Me alegra mucho que sus últimos días fueran tan dignos y que su existencia tuviera un final tan hermoso", confesó la reina, que hasta ahora no se había pronunciado ni sobre el escándalo ni sobre la muerte de su esposo.

Margarita II lo hizo en una rueda de prensa con medios daneses celebrada en el castillo de Cayx (Francia) -antigua propiedad de su esposo y donde pasa siempre parte del verano-, con motivo de la próxima visita a Dinamarca del presidente francés, Emmanuel Macron.

La reina, de 78 años, aseguró que su trabajo le ayuda a sobrellevar la pena y se mostró agradecida por el respaldo mostrado por la ciudadanía.

"La forma en la que la gente se unió a nosotros fue algo de lo más emotivo que pudiese imaginar. Fue un apoyo enorme, fue como caminar sobre una ola", explicó Margarita II, en declaraciones recogidas por la televisión pública danesa DR.

La reina lamentó que su esposo no pudiese vivir en mayo el quincuagésimo cumpleaños de su primogénito, el príncipe Federico, y admitió que lo echa de menos.

"Ya no entra por la puerta y pregunta si vamos a hacer esto o lo otro. Hay que aprender a vivir con eso, lo sé. Tengo muchos amigos en la misma situación", afirmó.

La dificultad para encajar en su papel y sus quejas por sentirse discriminado al no tener título de rey consorte fueron una constante en Enrique de Dinamarca, un noble francés que conoció a la entonces princesa Margarita en su época de diplomático en Londres y con la que se casaría en 1967.

El príncipe dejó escrito en su testamento que su cuerpo sería incinerado y que parte de las cenizas serían depositadas en una urna enterrada en el jardín del castillo de Fredensborg, segunda residencia real; y parte esparcidas en el estrecho del Sund (que separa Dinamarca y Suecia), algo que todavía no se ha realizado. "Se va a hacer, pero aún no hemos arreglado todo", confesó la reina.

(Fuente: EFE)