La obra "Santa Catalina", del sevillano Bartolomé Esteban Murillo, traída por Odilio Estévez a su colección en Rosario en 1927 y robada por un grupo paramilitar en 1983 junto a otras cuatro obras, volvió el pasado 27 de diciembre a ser patrimonio rosarino tras el operativo de Interpol en Uruguay. Pero lejos de lo que se piensa, no fue el cierre de su historia sino la apertura de un nuevo capítulo: el de restauración de la obra e investigación sobre cada etapa de sus casi 400 años.

El Murillo llegó a Rosario con muchos cambios desde aquella época que era parte del Museo Estévez. “Alguna partes se desprendieron y alguien repintó (de forma amateur) para reponer esas partes. Llegó con un entelado en su revés que no es el original, sino el que usaron para extraer del Museo. Sufrió abrasiones por probables elementos de limpieza que eliminaron de forma agresiva parte del barniz original”, precisó a Rosarioplus.com la restauradora del Instituto de Investigación, Conservación y Restauración de Arte Moderno y Contemporáneo municipal (IICRAMC) Gabriela Baldomá.

La restauradora será quien lleve adelante el desafío junto a su equipo de profesionales y al equipo de María de la Paz López Carabajal en la parte histórica. Entre otras tareas, realizarán análisis de los pigmentos, radiografías, análisis de las capas pictóricas y su materialidad.

La "Santa Catalina" es la única obra de Murillo del patrimonio local, y es la tercera recuperada de las cinco robadas (en 1995 volvieron "Retrato de un joven", de Greco y "Retrato de Felipe II" de Sánchez Coello), pero es la primera de todas que se someterá a un análisis profundo e interdisciplinario que llevará mucho tiempo y colaboración de muchos profesionales e instituciones, ya que “las investigaciones en el arte comenzaron en las últimas décadas en la ciudad, el IICRAMC tiene 10 años de existencia, y llevan tiempo y costos, pero es algo necesario que los museos del mundo realizan siempre”.

De esta forma, participarán investigadores especialistas en Murillo, laboratorios locales o de afuera, universidades, y “las instituciones que haga falta”, para deconstruir toda la información que posee esta obra de precisos claroscuros sobre la santa patrona de los europeos.

“Los análisis de las fibras del tejido nos darán cuenta de los tiempos en que fue creada”, ya que la obra no tiene, así como la mayoría de las obras de la época barroca, una fecha concreta, más que los datos de nacimiento y muerte de su autor, y sus etapas plásticas, por lo que “además del análisis se comparará con las demás obras de Murillo para conseguir datar la obra o una aproximación”, explicó Baldomá.

La subsecretaria de Industrias Culturales y Creativas Clarisa Appendino relató a este medio que se trata de una investigación que aportará mucho a la historia del patrimonio de obras de la ciudad: "Se han estudiado piezas puntuales del Museo Estévez pero mayormente el IICRAMC se dedica a estudiar muchas obras del complejo Castagnino+Macro, y a hacer conservaciones preventivas de los bienes inmuebles de la ciudad para mejorar su guarda, su uso y su cuidado”.

Este año el Estévez cumplió 50 años como casa museo, ya que se formó como tal en 1968 luego de haber pertenecido a la familia heredera de Firma y Odilio Estévez, y fue declarado como un patrimonio nacional en sí mismo.

“Esperamos que la investigación del Murillo nos cuente sobre los tiempos y materiales que usaba el propio pintor, los tiempos posteriores en Europa en colecciones privadas, su vida en Rosario desde 1927 hasta el robo, y de cómo fue intervenida desde entonces, por qué lugares pasó y los cambios que sufrió el fresco original, para después hacer todo el trabajo de restauración profesional, interviniendo al mínimo para que su esencia sea la más cercana a aquel original”, precisó Appendino.

El primer reencuentro de la obra con Rosario 

La subsecretaria de Industrias Culturales y la directora del instituto de restauraciones viajaron el 6 de noviembre para participar del reconocimiento de la obra en el Museo de Bellas Artes de Montevideo, luego de haber sido notificadas de su hallazgo y del operativo de rescate de Interpol.

“Viajamos sin la certeza completa de que era la pieza robada. Llevamos el marco para comparar forma y tamaño, y eso ayudó mucho a la confirmación: ensamblamos el bastidor con el marco y fue un momento muy emotivo. El reconocimiento fue visual, sin intervención sobre la obra, pero los diferentes datos que teníamos coincidieron con la obra hallada”, recordó con emoción Gabriela Baldomá.

La "Santa Catalina" ahora se encuentra nuevamente en una sala del Estévez, la misma sala que lo vio colgado hasta el día de su robo en 1983. Ahora quedó a la espera de develar su larga historia de 400 años que trasciende el tiempo y las ciudades.

Al inicio de este proceso de restauración e investigación se sumará ahora, desde el área de Legales de la Secretaría de Cultura, la reapertura de la causa cerrada en los Tribunales por el robo en 1983, finalizó Appendino.