A los 32 años Novak Djokovic ganó su 16° corona de Grand Slam en Wimbledon tras derrotar a Roger Federer por 7-6 (5), 1-6, 7-6 (4), 4-6 y 13-12 en las 4:57 horas y reafirmó su liderazgo en la cima del ranking mundial.

Aunque casi siempre Roger es el favorito del público y de ser posible le gustaría ver a Su Majestad campeón en todos los torneos del circuito en los que participa, no hay que quitarle mérito a Nole por ser el menos carismático del Big Three, pero no por ello el menos virtuoso. 

Djokovic era el campeón defensor en Londres y en esta edición reafirmó su poderío tras quedarse con el máximo galardón después de haber cedido solo dos set camino hacia la final de Wimbledon. En toda su carrera el serbio acumula la “módica” suma de 75 títulos y casi 6 millones de dólares en premios, cifra que se triplica por ingresos en patrocinios.

Su infancia entre la guerra de los Balcanes

 

La infancia de Nole no fue similar a la de otros jugadores de su época. Su familia al igual que muchas otras de las que vivían en Belgrado estaba a merced de los bombardeos, había muchos ataques y grandes dificultades financieras.

“No fue fácil vivir normalmente, pero pudimos salir adelante. Con los años vi construir desde la ventana de mi casa un club de tenis e inmediatamente me enamoré del deporte y pese a que mi padre era esquiador profesional y nunca nadie de mi familia había jugado al tenis, siempre me apoyaron”, contó Nole.

El conflicto, que duró tres años, afectó a las seis ex repúblicas yugoslavas y obedeció a causas políticas, económicas y culturales, así como a la tensión étnica, religiosa y fue considerada la más sangrienta desde la Segunda Guerra Mundial.

Si bien Djokovic había comenzado a practicar tenis en Kopaonik, cuando comenzaban los bombardeos las personas corrían resguardaban en los refugios, pero cuando cesaban los ataques, Novak entrenaba adentro de una pileta de natación vacía.

Hace poco tiempo, el serbio llevó a su mujer junto a sus hijos a recorrer el club en donde se inició y el frontón adonde peloteaba, que aún conserva las marcas de la guerra. "Este es el mejor frontón del mundo, mi preferido y se encuentra en el club donde mis dos hermanos y yo pasábamos mucho tiempo. Esta pared sobrevivió a los bombardeos y los agujeros que tiene son consecuencias de las balas. Aquí di mis primeros pasos en el tenis, el club es muy especial, por lo que significa para mí, porque es impresionante y muy lindo”.