Casi como por arte de magia, o de Messi, de la tarde a la mañana los cordones, las columnas y numerosos tapiales del barrio de Lionel, La Bajada, en el lejano sureste rosarino, aparecieron pintados con los colores de la bandera y de la camiseta argentinas y adornados con el típico número 10 de la selección nacional.

"Nos juntamos todas las tardes unos seis o siete amigos del barrio y de Lío y se nos ocurrió ponernos a pintar para el Mundial", cuenta Alejandro Luis Fernández, en la esquina de su casa en Estado de Israel y el pasaje Ingeniero Huergo, en el corazón de La Bajada, a una cuadra de la casa de los abuelos, para un lado, y a otra cuadra de la casa de los padres de "Lío", hacia el otro.

"Pelu", como todos lo conocen por acá, advierte que "Messi es especial, pero también nació en un barrio especial, de gente que hace estas cosas", advierte uno de los mentores de la idea.

La Bajada es un viejo barrio de ferroviarios, que debe su nombre a la desaparecida estación de trenes homónima, que estaba enclavada en la esquina de la avenida Uriburu y Ayacucho, del Ferrocarril de la Compañía General de la Provincia de Buenos Aires.

La movida de las pintadas se extiende por avenida Uriburu, la vereda este de Juan Manuel de Rosas, Ibáñez, los pasajes La Bajada, Lavalleja, Australia e Ingeniero Huergo, 1° de Mayo, Estado de Israel, Leiva y Ayacucho, en el Cuadrado Mágico de Lío, que abarca unas siete manzanas, pero a la que se quieren sumar muchos vecinos allende La Bajada.

"En el barrio lo bancamos a muerte al Leo. Hay que bancar e ir para adelante. Por más que no se gane o se pierda, a Leo lo banco como venga", advierte "Pelu".

La calle 1° de Mayo corre exactamente al revés que la carrera de Messi: nace en el Monumento a la Bandera y recorre unas 30 cuadras -o años- hasta terminar en el barrio La Bajada, justamente en la última cuadra está la casa de los padres de Lionel, en el pasaje Lavalleja, en un encantador paisaje de callecitas que doblan, enganchan y se hacen peatonales entre pasadizos secretos.

"Si salimos campeones, el Monumento va a ser un lugar de paso, pero el barrio va a ser la peatonal Córdoba porque todo el mundo va a querer venir a sacarse una foto", se ufana "Pelu" delante del mural que reza "Argentina y La Bajada unidas por el 10. La Bajada, Fútbol Club, 1952", con un escudo del desaparecido club del barrio, que tenía camiseta a rayas blancas y negras y cancha propia en los ex terrenos ferroviarios de la estación, en Ayacucho entre Ameghino y Garibaldi.

Tres enormes números 10 sobre un fondo celeste y blanco engalanan la esquina de avenida Uriburu y 1° de Mayo, justamente en el local ahora cerrado donde en las décadas del 70 y del 80 funcionaba el Mercadito del Gringo Luiggi, un recordado centrodelantero de La Bajada.

Al "Pelu" lo secunda su amigo Federico García, quien cuenta que "el día antes a empezar con todo esto, él pasó por mi casa, me explicó lo que quería hacer y no dudé en acompañarlo. Como siempre, apoyando a mi amigo para hacer cosas en el barrio".

Otra participante de la movida es Verónica Marcos, la panadera de la cuadra de 1° de Mayo al 4.600, quien recuerda a Télam que "cuando era chica vivía enfrente de la casa de los padres de Lionel y me acuerdo que él estaba todo el día pateando la pelota contra el portón y no dejaba dormir a los vecinos".

Verónica historia anécdotas del barrio de Messi, como cuando su hijo Martín, de 14 años, "tuvo un problema grave de salud, un ACV del que salió y quedó bien, y los Messi fueron a verlo y la mamá nos ofreció ayuda". "Acá a la casa viene Matías (uno de los hermanos mayores) con esos autos negros con vidrios polarizados, y también Lionel, que un día pasó, bajó el vidrio y saludó sonriendo", abunda la panadera que apoya la movida de la pintada de los pibes del barrio.

La Bajada está tan convulsionado por el Mundial de su hijo más dilecto que entre el 5 y el 10 de junio otra vecina, Paula, organizó junto a artistas rosarinos un encuentro de 30 muralistas de varios lugares, llamado "El futuro está en juego", que intervendrán el barrio con sus obras y lo dejarán, como ahora, "una pinturita".