La historia es dramática y de amor. Un reencuentro amoroso de la adolescencia, y una infidelidad. El escenario es un pueblo minúsculo de 2.500 habitantes y una pandemia de fondo. Nada puede salir mal en esta historia de novela. O sí.

Todo comenzó hace unos diez días cuando una joven regresó de España a su domicilio en Córdoba. Desde allí, se comunicó con un viejo conocido, un joven de 27 años que reside en Selva, un pueblo santiagueño en el límite con Ceres, Santa Fe, quienes en su adolescencia habrían tenido algún tipo de relación. La charla se extendió y la invitación a Córdoba para reencontrarse quedó aceptada.

En el reencuentro, ella le comentó que viajó por España días atrás y hasta le reveló que había tenido síntomas del COVID-19. Pero nada importó y tuvieron relaciones sexuales. Se despidieron con promesas de reencuentro y de silencio, algo que, afortunadamente, el joven no cumplió.

Es que al regresar a pueblo se juntó a comer asado con unos veinte amigos. Avanzada la noche, contó su aventura en la provincia mediterránea y hasta reveló que la joven podría tener coronavirus. Algunos reproches se posaron en la reunión y luego, uno de ellos, avisó a las autoridades locales. Hoy Selva es un pueblo fantasma.

No hay actividad comercial, ni actividad administrativa. No se carga nafta, ni hay bares abiertos. Una cuarentena total por la historia de amor, irresponsable, de dos amantes.

Según publica en su crónica el diario Clarín, la situación no quedó en el pueblo sino que mutó a un escándalo interprovincial. Las autoridades santiagueñas se comunicaron con sus pares del gobierno cordobés para informar el caso de la mujer, quien fue detenida y obligada a aislarse. Todos los que entraron en contacto con los amantes, incluido el marido de la joven, fueron sometidos a un aislamiento preventivo.

De esa historia que aisló al pueblo es que el gobierno santafesino dispuso, por su parte, el aislamiento de toda la localidad de Ceres, próxima a Selva.