Los trabajadores del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (Inti) marcan una “paradoja” que, según entienden, les juega en contra en esta cruzada por evitar el tan temido ajuste. Sus tareas repercuten en la vida social, en el día a día de millones de argentinos, pero sus esfuerzos están “invisibilizados”.

“Como no es algo tangible, la mayoría de la gente no sabe lo que hacemos. No solo eso: además cargamos con los peores prejuicios por trabajar para el Estado. Se creen que somos ñoquis, vagos que cobramos un sueldo sin hacer nada”, plantea Gerardo Maisler, trabajador y delegado del Inti en Rosario.

Hasta esta semana eran 53 los profesionales locales con funciones en este ente público y autárquico que tiene 60 años de historia. Hoy son 49. Cuatro trabajadores fueron despedidos en las últimas horas. Sus nombres aparecieron en la lista negra de cesantías: 250 en todo el país.

Ana María Amaya, una de las trabajadoras despedidas, admite que “jamás imaginó un recorte de esta magnitud”. La echaron con 30 años de antigüedad (sede Lomas de Zamora, Buenos Aires) y con muy buenas calificaciones. “En el Inti se hacen cosas para el beneficio de la gente. Esto que estamos viviendo nunca pasó. Es el primer gobierno que hace algo así”, cuenta con tristeza y resignación.

En la definición más técnica, el Inti es un ente autárquico que funciona bajo la órbita del Ministerio de Producción, cuya misión es acompañar e impulsar el crecimiento de las pymes, promoviendo el desarrollo industrial federal mediante la innovación y la transferencia de tecnología.

Su principal función es la de generar y proveer servicios tecnológicos en distintas áreas que son estratégicas para la industria, por ejemplo la alimentación, el medio ambiente o la metrología.

Para “bajar a tierra” esta definición abstracta, los trabajadores difundieron una circular por las redes sociales con las múltiples tareas que cumple el organismo.

“Cuando pesás tus cosas en el supermercado, las balanzas fueron verificadas por el Inti para que efectivamente te entreguen lo que indican. Los juguetes plásticos de tus hijos fueron controlados por el Inti para que no contengan sustancias tóxicas. Muchos de los productos para celíacos que están en las góndolas fueron desarrollados en las plantas piloto de Inti. Las pinturas que aplicás en la habitación de tus hijos fueron controladas por el Inti para asegurar que no contengan plomo”, enumeraron en un extenso listado.

Lo que se hace en Rosario y en la provincia

A fines de septiembre del año pasado, Armstrong dio un paso significativo para la generación de energías renovables en el país, una política estratégica del siglo XXI. Se inauguró una planta de generación eléctrica fotovoltaica. Todo el proyecto contó con el asesoramiento del Inti.

En la sede de Rosario no hay ni inauguraciones tan rutilantes ni cortes de cintas que llegan a las noticias. Pero se trabaja a destajo. El campo de estudio es la metrología, la ciencia que estudia los sistemas de pesas y medidas.

Se diseñan instrumentos para medir piezas mecánicas, calibradores de presión, se verifican los alcoholímetros que se usan en los controles de tránsito, se certifican muchos de los alimentos que luego van a las góndolas y se controlan los surtidores de combustibles, entre otras tantas tareas.

Maisler pone dos ejemplos sobre la materialización de su trabajo en diálogo con Rosarioplus.com: “Pagar por una carga exacta de combustible es gracias al Inti que controla los surtidores. No hay estafa posible, como pasaba tiempo atrás. Que un productor sepa con exactitud su carga de granos y que las cerealeras no lo engañen, es gracias a que sus balanzas están calibradas por el Inti”.

En Rafaela funciona un centro de investigaciones tecnológicas de la industria láctea. Los productores de toda la región gozan de un asesoramiento técnico integral para toda la cadena agroalimentaria; de ensayos que mejorar la calidad de la materia prima en quesos y otros productos lácteros; y de una transferencia de tecnología totalmente gratuita.

Esta calidad técnica le permitió al país volver a la Federación Internacional de Lechería (FIL) tras quince años de ausencia. Como país miembro, Argentina participará en el desarrollo de normativa internacional, facilitando aspectos comerciales de la industria local.

El Inti formará parte del Comité Nacional como así también del Comité Ejecutivo y a través de su Centro de Lácteos, será uno de los organismos que tendrá a cargo las áreas técnicas “Ciencia y Tecnología Lechera” y “Métodos de Análisis y Muestreo”, dada su trayectoria en estos campos de acción.

“Ahora el Inti tiene un rol preponderante en esta comisión nacional, representando no solamente a la industria sino al resto de los organismos. Es como jugar en primera después de tantos años”, contó con orgullo Marcelo González, coordinador de la Unidad Técnica Asistencia Tecnológica del Centro Inti-Lácteos.

Semanas atrás, el Inti dio a conocer su último avance en la lechería: la posibilidad de acelerar el proceso de maduración de quesos duros, tipo sardo, a partir de la incorporación de una enzima encapsulada. Los ensayos preliminares dieron resultados exitosos.

“Es un avance que les va a ahorrar muchos costos a los productores en la etapa de maduración de los quesos”, resumieron los técnicos del Inti.

“No hay privado que nos puede suplantar”

Maisler hace más de nueve años que trabaja en la sede del Inti en Rosario. La curva de innovación y progreso fue casi siempre ascendente. El organismo local sumó en el último tiempo más recursos, más presupuesto y más campos de acción.

Ahora, ese progreso se transformó en ajuste. “Todo esto genera una gran incertidumbre, mucho malestar y un clima difícil para seguir trabajando. Seguramente va a repercutir en nuestras labores. Creemos que esto recién es una primera tanda de despidos. Basta con el ejemplo de Fábricas Militares”, afirma.

La conclusión después de tantos años de trabajo es que “no hay privado que pueda suplantar” las tareas del Inti. “Somos pioneros en certificación técnico-industrial. Es un ente muy sólido, con el mejor recurso humano del país y con una innovación técnica que no existe en la esfera privada”, asegura.

Para suplantar el trabajo de este organismo, “una empresa debería contratar a toda la planta de profesionales del organismo, de otra manera jamás obtendrá los resultados del Inti”, explica Maisler.

Y concluye: “Acá laburamos por vocación. Con el conocimiento adquirido en estos años todos ganaríamos más dinero en el sector privado. Pero queremos que nuestro trabajo ayude al crecimiento social, no que engorde los bolsillos de un empresario. A eso nos empujan, a que trabajemos para el beneficio puntual de un grupo de privados”.