“Esperé este momento cinco años”. Con esa frase, Luis Paz generó más expectativas de las muchas que ya había respecto de su testimonio en el marco del juicio a la banda de Los Monos. A la vez, su aparición en el tribunal terminó con años de misterio sobre su existencia y semblante. Finalmente, este martes Luis Paz se sentó frente un tribunal para hablar de la muerte de su hijo Martín Fantasma Paz, cuyo crimen dio inicio a la llamada causa Los Monos. Allí estaba, por fin, el hombre que pareció haber tomado el apodo de su hijo como propio desde aquel día de septiembre de 2012 que lo ultimaron en el macrocentro rosarino. Un fantasma que camina y no deambula, un fantasma que incrimina y no susurra.

Nunca había declarado en un juicio, jamás se lo había visto en público ni había hablado con los medios hasta este martes que corrió su velo. Luis Paz siempre se movió en las penumbras, algo que alimentó las sospechas sobre su presunto papel en el crimen del Pájaro Cantero, del que tiene apenas una citación como testigo, a la que no fue.

También hubo suspicacias sobre su presunto vínculo con el juez de la causa, Juan Carlos Vienna, en un momento en que la investigación se atestaba de crímenes y ansiedades sociales y políticas. Sólo hubo una imagen pixelada de una pelea de boxeo en Las Vegas en donde se lo puede ver sentado a pocos metros del magistrado, mientras el Chino Maidana repartía piñas en el ring. Algo que no alcanzaba para ser reconocido por la calle ni con el mayor de los empeños.

Por eso se hizo un silencio expectante en la sala de audiencias cuando el juez ordenó su ingreso. Durante casi un minuto la puerta se llevó todas las miradas, incluso la de los integrantes de Los Monos, quienes sabían que todas las balas esta vez serían para ellos. Entró entonces apresurado un hombre grandote de camisa blanca y pantalón claro. Se sentó y ni bien dijo su nombre completo y DNI, pidió dirigirse al tribunal pero no le fue concedido. Total, había preguntas de sobra.

Estuvo algo atolondrado al principio de su relato, queriendo decir todo lo que no dijo durante años de golpe, pero hubo una idea que sostuvo durante la hora que estuvo frente al micrófono: señaló que a su hijo le debían dinero y no al revés como se sostiene, y que por eso Los Monos lo mandaron a matar.

La sensación es que estaba muy seguro de que Los Monos liquidaron a su hijo y, a partir de esto, la línea entre venganza y justicia puede ser difícil de marcar. Había impotencia en su voz gastada. Había un amor roto. “Aprovecho para desahogarme y decir todo lo que siento. Juré no quebrarme. Perdí media vida. La otra vida me voy a ocupar de averiguar y juntar las pruebas para demostrar que a mi hijo lo mataron porque a mi hijo le debían plata. No le debía un centavo a nadie ni se quedó con nada”, lanzó cuando lo interrogaron por el asesinato de su hijo.

Una de las hipótesis es que Paz se encargaba de las inversiones de Los Monos, de las operaciones de lavado del dinero y que su muerte estuvo vinculada a un dinero que le dio el Clan Cantero y él usó con otros fines personales. De este vínculo parte su citación como testigo.

Para referirse a Los Monos utilizó la frase “esa gente” más de una vez. "La mitad de todos los homicidios los hizo esta gente, han matado a medio Rosario", arremetió. Dijo además haber desaprobado el noviazgo de su hija Mercedes con el Pájaro Cantero porque tenía tres hijos y tenía mala relación con su ex esposa (Lorena Verdún). No mencionó el narcotráfico.

Con el correr de los minutos, Paz se fue soltando. Durante su testimonio no cargó tanto contra el Pájaro sino contra Guille Cantero y Monchi. “Machuca se rió en mi cara después de que lo mataron a mi hijo”, afirmó. “¿Cómo le va, Paz?”, asegura que le dijo Monchi con sarcasmo a poco del crimen.

Sus miradas no se cruzaron ni por un segundo. A Monchi no se le movió un músculo. Sereno y calculador, Monchi. Así dicen que era en los negocios, así se muestra en el juicio. Aquella rivalidad construida entre Paz y Los Monos no tuvo reacciones en la audiencia. Sólo la de Lorena Verdún, la viuda de Pájaro Cantero, que le gritó al testigo cuando se retiraba: “Asesino. Me vas a decir que no lo mandaste a matar al Pájaro. Hijo de puta”. Paz no volteó para mirarla, siguió su camino hacia la puerta que lo devolvía al exterior y desapareció, una vez más.