En una entrevista que un medio argentino le hizo a Julio María Sanguinetti en plena campaña presidencial uruguaya en 2009, el expresidente colorado se refirió a Mujica en estos términos: es el viejo vizcacha en versión televisiva. También agregó que el candidato del Frente Amplio es un viejo que da consejos, dice que sabe lo que es la vida y con ese lenguaje le ha ido bien, eso es lo más preocupante. Es sabido que en época de campaña electoral -y más en una presidencial- se dicen muchas cosas. Pero para la política uruguaya, mucho más austera que la argentina o la brasileña, esos dichos fueros significativamente duros. Esa elección la ganó el Frente Amplio de Mujica con holgura y él fue presidente entre 2010 y 2015. Sanguinetti, del histórico Partido Colorado, ya había ocupado la primera magistratura del país en dos oportunidades, entre 1985 y 1990, y entre 1995 y 2000.

Ambos adversarios fueron noticia la semana que pasó por haber decidido retirarse juntos del Senado en el que ocupaban una banca desde el año pasado y hasta 2025, debido a que la pandemia de Covid-19 les impedía desarrollar la función como ellos querían, junto a su gente. Renunciaron de común acuerdo y abrazados, y esa es toda una novedad en la política mundial actual.

Un mensaje diferente en época de odio

El problema no se circunscribe solamente a la Argentina ni a Latinoamérica. Es un problema global. El discurso simplificador e idiotizante del odio ha calado hondo en casi todas las democracias del mundo. La polarización parece haberse convertido en un medio efectivo para segmentar electorados y ganar elecciones que requieren cada vez más de dinero y cada vez menos de ideas políticas. Es en ese mundo en el que el Paisito una vez más hizo la diferencia. El mensaje de respeto, civilidad y convivencia democrática que dieron Mujica y Sanguinetti, causó conmoción.

Ambos realizaron discursos de despedida y se elogiaron mutuamente. Mujica definió a Sanguinetti como un viejo luchador, importante, que representa una parte de la opinión pública de este país. En tanto, el líder Colorado resaltó la importancia de la despedida conjunta, diciendo que representaba una hora de conciliación, una de hora de reafirmación democrática.

Analistas de todo el mundo resaltaron que la ceremonia conjunta de despedida -que recibió el aplauso de todo el arco político local- demuestra por qué Uruguay es considerado uno de los países con mayor estabilidad y madurez democrática de la región.

También destacaron el contraste entre lo ocurrido en Uruguay y las rivalidades políticas cada vez más encarnizadas en muchas partes del mundo. En los Estados Unidos, cuna de la democracia occidental, el nivel de agresividad entre Donald Trump y Joe Biden llegó a tal punto que la Comisión de Debates Presidenciales tuvo que adoptar la drástica medida de reservarse el derecho de silenciar los micrófonos de ambos candidatos cuando no estuvieran respondiendo preguntas durante el último debate.

El abrazo

El abrazo como símbolo dice mucho de un lado, del otro, y en conjunto. De parte de Mujica, puede ser interpretado como un mensaje de que los partidos políticos tradicionales uruguayos y el Frente Amplio ya no están tan lejos. Que ser adversario no es lo mismo que ser enemigo. Que se puede y se debe dialogar siempre.

De parte de Sanguinetti, el mensaje quizás sea más complejo. De alguna manera podría estar diciéndole a los colorados que el Frente Amplio no es el cuco y que quizás debería revisarse la política de alianzas, porque si continúa de la misma manera, el histórico partido va a convertirse en el furgón de cola de un tren ajeno.

Recuérdese que el gobierno actual, presidido por Luis Lacalle Pou, está conformado por una coalición integrada por el Partido Nacional (o Partido Blanco), el Partido Colorado, Cabildo Abierto, el Partido Independiente y el Partido de la Gente. Esta confluencia de partidos políticos se denomina Coalición Multicolor para ofrecer una apariencia de diversidad y pluralismo, pero esconde un conservadurismo y una visión bastante retrógrada de la política y de la economía. La postura más reaccionaria proveniente de Cabildo Abierto, partido fundado poco antes de las elecciones presidenciales del año pasado por Guido Manini Ríos, excomandante en jefe del Ejército Nacional que fue exonerado de su cargo tras un enfrentamiento público con el Poder Judicial y el Poder Ejecutivo, en el cual cuestionó la condena de militares represores pertenecientes a la última dictadura cívico militar.

El abrazo puede ser interpretado también en su conjunto como la despedida de dos dirigentes históricos que dan vuelta una página y que en el mismo acto piden un relevo generacional, convocan a las nuevas generaciones, exhortan al cambio, a la circulación de las élites dirigentes y a la construcción de la democracia próxima. La biología impone cambios, pero también tiene que haber una actitud de dar oportunidad a nuevas generaciones, sostuvo Mujica.

Despedida

Las palabras de conciliación fueron contundentes por parte de los dos veteranos líderes. Sanguinetti, hombre de gran formación académica, apeló al poema del mexicano Octavio Paz Himno entre ruinas para referirse a su relación con Mujica tras estar enfrentados durante sus carreras: La inteligencia al fin encarna, / se reconcilian las dos mitades enemigas / y la conciencia-espejo se licúa, / vuelve a ser rúente, manantial de fábulas: / Hombre, árbol de imágenes, / palabras que son flores que son frutos que son actos.

Mujica por su parte, hombre de la praxis política, hábil orador y con la poco frecuente capacidad de decir fácil lo difícil, explicó sin vueltas los motivos de su despedida: me está echando la pandemia. Ser senador significa hablar con gente y andar para todos lados. El partido no se juega en los despachos y estoy amenazado por todos lados, por doble circunstancia: por vejez y por enfermedad inmunológica crónica.

Pero lo más sustancial fue el mensaje que Mujica dedicó a las nuevas generaciones. He pasado de todo, pero no le tengo odio a nadie y le quiero transmitir a los jóvenes que triunfar en la vida no es ganar sino levantarse cada vez que uno cae.

En tiempos políticamente mezquinos e irreflexivos, el abrazo uruguayo de dos grandes dirigentes políticos que llegaron a la cúspide por caminos muy distintos, que estuvieron enfrentados casi siempre, no deja de ser un mensaje de esperanza.

Ojalá en todo el planeta resuene la confesión de Pepe: aprendí una dura lección que me puso la vida: el odio termina estupidizando porque nos hace perder objetividad frente a las cosas. El odio es ciego, como el amor, pero el amor es creador y el odio nos destruye.