El sector de las empresas recuperadas crece mientras se achica. Esta aparente contradicción forma parte de las conclusiones de la última encuesta realizada en el universo de las cooperativas. El trabajo fue realizado por la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA sobre un total de 73 firmas que hoy están en manos de sus trabajadores.

De la información recolectada se desprende que el aumento en la cantidad de empresas recuperadas se da como respuesta al cierre de fábricas ante la baja de las ventas, suba de costos y apertura de importaciones. Pero a su vez, esos mismo factores, generan un fuerte deterioro en el sector. El 80% registra bajas de producción en 2017 frente al 2016 y el 12% está directamente sin producción.

El giro en las condiciones económicas --dice el informe-- fue particularmente nocivo para el sector de las recuperadas porque se trata de empresas que por lo general se dedican a la producción de bienes para el mercado interno, muy golpeado por el derrumbe del poder adquisitivo.

“Las cooperativas tienen impacto directo de la política económica del Gobierno ante la caída del consumo y la apertura de importaciones (que configura un panorama muy parecido a los ‘90) y el abaratamiento del tipo de cambio que encarece la producción nacional. Esto se conjuga con los brutales tarifazos que multiplican los costos de la producción y vuelven casi imposible enfrentar las nuevas condiciones macroeconómicas”, explica el antropólogo Andrés Ruggeri, director del programa académico que llevó adelante la investigación.   

La fábrica de soda y jugos Naranpol (Santa Fe), la industria alimenticia Mil Hojas (Rosario), la fábrica de jabones Prunelle (Soldini), el frigorífico Cotrasi (Santa Isabel) y la metalúrgica Fabricaciones Rosario son algunas de las tantas cooperativas de la provincia que sufren en carne propria las variables económicas del nuevo modelo.

Estas firmas cuentan con el amparo de la ley de Empresas Recuperadas --sancionada en noviembre-- mediante la cual el Estado santafesino brinda asistencia técnica, jurídica y económica a todas las cooperativas de trabajo que gestionen por cuenta propia emprendimientos productivos en cualquier rama de la economía.

 No obstante, en la mayoría de los casos, la situación es "apremiante". Rosarioplus.com dialogó con Omar Cáceres, presidente de Mil Hojas, una histórica firma recuperada de la región especializada en la elaboración de pastas frescas. La fábrica hizo "malabares" estos últimos meses para mantener a sus 70 trabajadores. Por la caída de producción y de ventas se restringió un turno de trabajo y se eliminaron las horas extras. "Nos acomodamos a la coyuntura como pudimos, con algo de ajuste y mucho ingenio para lanzar nuevos productos. El impacto de esta crisis se siente, de eso no hay dudas", explica Cáceres.

Historia, presente y futuro 

Mil Hojas inició su actividad comercial en 1972, alcanzando su mayor producción entre los años 1984 y 1992. La fuerte crisis de la industria nacional hizo que en 1997 la empresa entrara en convocatoria de acreedores. Los trabajadores empezaron a percibir sus sueldos en cuotas y perdieron la obra social. Solo quedaron 16 empleados de los 52 que había en el momento de mayor producción.

En el año 2000, los trabajadores le plantearon a la patronal la posibilidad de conformar una cooperativa. La respuesta fue que lo mejor era traer un inversionista, que la cooperativa no iba a funcionar y que preferían entregarle a otros la empresa que a los trabajadores.

En mayo del 2001 la empresa despidió a otros 5 empleados y una juez decretó la quiebra. Se decidió entonces alquilar la fábrica para no perder la fuente de trabajo, pero la operación requería de la venia judicial. Ante los rumores de un vaciamiento (venta de todas las máquinas), los operarios montaron largas guardias de día y de noche.

Los trabajadores pagaron un alquiler mensual por el inmueble y otro por la maquinaria hasta junio de 2003, cuando en un remete lograron comprar el galpón donde funcionaba la fábrica. Desde ese entonces Mil hojas no dejó de crecer. En estos años alcanzaron a una producción récord, se mudaron a una planta más grande y moderna, y ganaron nuevos mercados. 

El crecimiento, no obstante, se detuvo en 2016 con el cambio de las variables económicas. La firma no sufrió el impacto de las importaciones (son pocos los productos del rubro que entran desde el exterior ), pero sí el exponencial aumento de las tarifas y la caída de las ventas. "Hasta el 2015 funcionábamos con tres turnos. Ahora tenemos solo dos. Hay menos producción, menos ventas y, por ende, menos ganancias", afirma su presidente.

El "amoldarse a la coyuntura" se tradujo en la eliminación de las horas extras y en una ampliación de la oferta para suplantar la caída de las ventas. Mil Hojas ofrece hoy budines, sandwiches y milanesas de soja, entre otros nuevos productos. "Ahora se vienen meses duros porque la gente compra menos pastas por el calor. Esperamos levantar a partir de marzo, estamos haciendo todo lo que está a nuestro alcance para que así sea", señala Cáceres.

Por el momento, ninguna de las 70 fuentes laborales están en riesgo. Los trabajadores, sin embargo, están "preocupados" por un escenario desalentador para el mercado interno. "Agradecen el esfuerzo que la cooperativa hace para que todos sigamos dentro, pero la preocupación y la incertidumbre están".

En lo inmediato se viene un aumento en el precio de góndola de los productos. En mayo fue la última actualización de valores. "El espíritu de la cooperativa es hacer todo lo posible para no trasladarle el precio a la gente. Pero magia no podemos hacer. En breve se viene otro fuerte aumento de la energía, un servicio vital para nosotros. Esto hace todo más cuesta arriba", concluye Cáceres.