Elías Soso, histórico dirigente textil de la ciudad y vicepresidente de Came, resume los vaivenes de la industria de la indumentaria en una frase: “Es el primer sector que paga el pato en las malas y el primer sector en recuperarse cuando mejora el poder adquisitivo de los trabajadores”.

Su definición sirve para entender la situación actual de la industria textil nacional. Los datos de la realidad marcan que se transita con poco optimismo por el primero de los escenarios. El último informe de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (Ciai) traza un panorama preocupante al hilvanar los factores que hacen al bienestar o a la crisis del sector.

Una de las “fotos” de la tormenta está en al aumento de las ventas de ropa en los supermercados en detrimento de lo que ocurre en los corredores comerciales con tiendas de marca.

La tendencia empezó en 2017 y se consolidó en estos primeros meses del año: al tiempo que las ventas minoristas cayeron un 2,8% interanual, las ventas en supermercados subieron 1,6% en enero en relación al mismo mes del año anterior.

“En paralelo al incremento de ventas en supermercados, se observó el fuerte crecimiento del componente importado de prendas: computando solamente febrero, las compras al exterior marcaron un aumento del 47,5% en dólares y 58,1% en volumen con respecto a febrero del año pasado”, agrega el informe de Ciai.

Los principales importadores no son las marcas, sino las grandes tiendas departamentales (Falabella, por dar un ejemplo local) y los supermercados. 

El único dato auspicioso del relevamiento es que los aumentos de los precios de la ropa se mantuvieron por debajo del nivel de inflación, de acuerdo a los datos publicados por el Indec. No obstante, el “deterioro del poder adquisitivo del salario” llevó a una baja interanual del 2%.

La caída de la producción física de indumentaria es otra tendencia que se consolidó en el 2017. Hacia el último trimestre del año pasado dicha contracción se ubicó en torno al 2,1% con respecto al mismo trimestre de 2016.

El informe plante más números rojos: “vinculada a esta caída de la producción -fruto del achicamiento del mercado, tanto interno como de exportación, durante 2017- se observó cierta tendencia a la precarización laboral durante el año. Los indicadores mostraron el crecimiento del empleo informal y la reducción de puestos de trabajo registrado”.

Según los últimos datos disponibles, la cantidad de costureros asalariados registrados cayó un 8,1% interanual en el segundo trimestre de 2017, a la par que se estima, en base al Indec, que los costureros informales se incrementaron en 35 mil para igual período.

Otro punto a resaltar, que registró un fuerte impacto en la producción de indumentaria, se encuentra asociado a los costos de producción, con tres aumentos claves: los incrementos en el costo de financiamiento, en los servicios (luz y gas) y los costos de logística, traccionados por el precio de los combustibles.

“El costo de la energía eléctrica superó el 118,2% de aumento en febrero de 2018 en relación al mismo mes del año anterior; en tanto que el precio de la nafta súper, que da cuenta del costo de logística, registró aumentos en torno al 36,9% interanual también en febrero de 2018”, explica el documento.

Qué pasa en Rosario

Elías Soso plantea que “Rosario no es una isla” en este “duro contexto”. El aumento en las ventas de ropa en los supermercados es una de las tantas “distorsiones lógicas” que se dan en una "coyuntura tan adversa".

La facilidad para importar, explica el dirigente, hace que los supermercados “fortalezcan rubros que nada tienen que ver con la venta de alimentos”. La oferta es más amplia y los precios más baratos que en muchos comercios minoristas. 

“No deja de ser toda una foto del panorama macro”, afirma Soso, quien agrega otras tres variables negativas para el rubro: la disminución de la rentabilidad por prenda, la saturación de las tarjetas de créditos de los consumidores y la “priorización” de los productos de primera necesidad de la canasta básica.

“En el medio tenemos el aumento de los servicios, que por un lado atenta aún más contra el poder adquisitivo y por el otro aumenta los costos de producción. Esto es con un castillo de naipes, se cae una carta y se caen todos”, grafica.

Francisco Carranza, titular de la Cámara de la Indumentaria de Rosario, explica que los supermercados son “importadores directos”, por lo que se ahorran una “intermediación”. “Entonces pueden tener precios más bajos y en este contexto esto seduce”, afirma.

En la búsqueda por ofrecer más productos, estas grandes cadenas incorporaron “mucha mercadería masiva, no de marca”. “En los súper no hay moda. Se apunta a un cliente de clase media, media baja. En este contexto están vendiendo mucho más”, agrega.

Carranza admite que es “pesimista” sobre el escenario a corto y mediano plazo. “Estoy en el rubro textil desde toda la vida. Y la verdad no sé cuál es la solución ante semejante panorama”, concluye.