La Facultad de Ciencias Económicas y Estadísticas de la UNR estrena este lunes el Área de Género, que se dedicará a investigar la economía con perspectiva feminista, y en ese marco la reconocida investigadora Corina Rodríguez Enríquez disertará con el énfasis en cómo se reproducen y retroalimentan los mecanismos de desigualdad de género en la economía, y cómo se puede transformar.

Organizado por la Cátedra itinerante del Área de Mujeres, género y diversidad sexual de COAD, la jornada será a las 18 en salón de actos Bv Oroño 1261 con entrada libre y gratuita.

Rodríguez Enríquez es investigadora del Conicet y del Centro Interdisciplinario para el Estudio de Políticas Públicas CIEPP, y trabaja desde hace años en torno a la Economía Feminista en temas de políticas fiscales y sociales, mercado laboral, pobreza y distribución del ingreso.

En diálogo con Rosarioplus.com, Enríquez celebró la decisión de dicha casa de altos estudios en abrir un área dedicada al género, ya que “los centros de formación en ésta ciencia siguen teniendo una currícula ortodoxa de la economía, no aggiornados a los tiempos que corren”. 

Es que según recordó la doctora en Ciencias Sociales, de todas, la económica es la ciencia a la que el feminismo llegó más tarde, por lo que tiene una historia muy reciente: “En las corrientes tradicionales hubo investigadores que se detenían en las desigualdades de los géneros en el sistema capitalista, pero no se constituían en corrientes de pensamiento. Recién en la década del ’90 se creó la Asociación Internacional de Economía Feminista, a partir de que ecónomas de los Estados Unidos comenzaron a coincidir que faltaba analizar esa interrelación, tanto entre las relaciones económicas como entre géneros. O sea que primero fue una corriente norteamericana, luego comenzó en Europa a analizarse, y finalmente en los países del sur”.

Consultada sobre qué conlleva el ahora conocido término “economía feminista”, Corina precisó que “implica traer el análisis económico y los problemas económicos a la mirada feminista, que claramente es ideológica, porque la búsqueda como en cada ciencia es de poner de manifiesto esas desigualdades hacia las mujeres que se reproducen en este sistema capitalista, que no son naturales, para problematizar y en última instancia aportar a un cambio cultural, según las corrientes del feminismo, desde las que buscan eliminar el sistema capitalista como está planteado porque ‘no funciona’, hasta las que buscan transformar las reglas dentro del mismo sistema”.

Algunos ejemplos de las desigualdades económicas de género 

La investigadora del Conicet fue consultada por este medio sobre cuáles son algunas de las formas que evidencian esas desigualdades hacia el género femenino en el sistema económico establecido, a lo cual respondió con ejemplos, primeramente a partir de su propio aporte investigativo sobre lo que llama “la economía del cuidado”.

Precisó que “el trabajo no remunerado no es nuevo de este sistema, siempre existió, y en la organización familiar existió durante siglos la distribución no equitativa de los roles, donde la mujer es la que se encarga del cuidado de los hijos (o de los padres o familiares vulnerables), y sobre ésto los Estados y las empresas son cómplices en sus sistemas de licencias, exigencias y diferencias de sueldo con los hombres”, y aclaró que “es comprobado que este trabajo de cuidar a la familia tiene un valor económico, y es por eso que debe ser discutido”.

Otros ejemplos son: los puestos dentro de las empresas, ya que persisten los estereotipos de lo que ellas y lo que ellos pueden hacer, no alcanzando las primeras puestos gerenciales tan fácilmente;  la evidencia de que las mujeres tienen empleos más informales que los hombres, ya que son siempre mujeres las domésticas y/o las cuidadoras contratadas; e inclusive  la dinámica económica de gpénero en la cadena del cuidado con los migrantes, donde mujeres de países más pobres se desplazan a los menos junto a sus familias, y son ellas y no los hombres los contratados en los cuidados, ampliando el conflicto a nivel latinoamericano”.

Durante la charla de este lunes Rodríguez Enríquez contará sobre algunas políticas públicas más equitativas, como por ejemplo las jubilaciones en Uruguay, donde a cada mujer se le reconoce un año de aportes por cada hijo que tuvo, generando “una redistribución indirecta quitándole años de trabajo para llegar a jubilarse antes”. Y algo similar en Chile, donde se abona una suma fija por hijo a sus cuentas de aportes privados aumentando su capital para su jubilación.

En Colombia y en México la propuesta es diferente: “Se estima el trabajo no remunerado como parte de las cuentas nacionales, y cuál es su contribución a la economía, para luego aportarle a las mujeres nada menos que un 20 por ciento de su Producto Bruto Interno”.

Existen políticas explícitas, como las leyes de servicios del cuidado, pensiones, licencias por maternidad y paternidad, pero “en Argentina éstas son magras, son inferiores las licencias a las sugeridas por la Organización Internacional del Trabajo, de solo 12 semanas las mujeres y dos días los hombres, como si ellos no fueran un vínculo necesario con su hijo sino un mero proveedor único del capital, pero esto no se modifica porque el subsidio tiene un costo y las empresas no están dispuestas a pagarlo”.