El departamento de Cardiología del Hospital Ramón y Cajal presentó este jueves en Madrid un "estetoscopio inteligente", es decir, un dispositivo de ecografía que cabe en un bolsillo y que se conecta a una app en el celular o la tableta y enseña toda la información cardíaca del paciente.

El aparato, que llega a Europa después de haber sido aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), genera imágenes de gran definición y en color de cómo la sangre corre por las arterias y de cómo las válvulas cardíacas se abren y se cierran.

Una arritmia de tan solo una fracción de segundo no pasa desapercibida para el dispositivo. "Es como tener tu corazón en la palma de las manos", sintetizó José Luis Zamorano, jefe de servicio de Cardiología del hospital español, mientras hacía una demostración con el ecógrafo en su despacho.

La tecnología permite simplificar los diagnósticos y aumenta la eficacia en intervenciones urgentes, como en el caso de un ictus o un accidente de coche: el paciente no tendría que esperar a ser trasladado a una ambulancia o llegar al hospital para que se evaluara en detalle su cuadro cardíaco.

Un enfermero podría ver las imágenes en la app y enviárselas a un experto. Para Zamorano, se trata de una revolución en la medicina análoga a lo que hizo el sonido en el cine. "Es el futuro de la labor médica. En poco tiempo habrá tantos aparatos como profesionales en los centros de salud", afirma el cardiólogo, quien ha seguido de cerca el proceso de desarrollo del aparato fabricado por Philips.

En 2015, la empresa de dispositivos médicos inteligentes Eko Devices dio el primer paso en el intento de modernizar la herramienta médica. La compañía patentó el Eko Core, un sensor que se inserta en el tubo del estetoscopio tradicional y que genera registros digitales de los latidos del corazón de los pacientes usando tecnología Bluetooth.

Las grabaciones son transmitidas de forma inalámbrica a una aplicación de smartphone y a un portal web. Zamorano cree que esas innovaciones no solo potencian la medicina, sino que también satisfacen una demanda del siglo XXI: "La sociedad exige verlo todo y la gente quiere tener cada vez más control sobre su salud", dijo.