Los albatros son aves marinas de grandes dimensiones que cubren enormes distancias con poco esfuerzo. Este es nombre que Escribano Mechanical & Engineering, en colaboración con Salvamento Marítimo de España, eligieron para su nuevo dispositivo para encontrar náufragos de manera efectiva. La aplicación, que se presentó en Madrid esta semana, utiliza la tecnología de infrarrojos para cámaras térmicas que permiten la detección automática y geolocalización de personas en el mar en condiciones adversas.

Albatross supondrá toda una revolución para la búsqueda de migrantes que cruzan el mar Mediterráneo en duras condiciones y embarcaciones poco fiables con la esperanza de llegar a España u otros países europeos. Un total de 581 personas han perdido la vida en los seis primeros meses de 2019 en las tres rutas principales del mediterráneo (España, Italia y Grecia), según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

A 17 grados de temperatura, la supervivencia de una persona en el agua es de entre 1 hora y media y 2 horas y, por lo tanto, la velocidad de actuación y la precisión son factores fundamentales en los rescates. Las cámaras de Albatross permiten una visión global del mar.

“El sistema, que va ubicado en las aeronaves, es más efectivo a una distancia de 800 pies y el campo de visión es de 1 kilómetro y medio a 2 kilómetros. Si el avión o el helicóptero vuelan más alto, se reduce el margen de precisión”, explica Ángel Escribano, CEO de Escribano Mechanical & Engineering.

Además de la cámara, el dispositivo de solo 2,7 kilogramos de peso, cuenta con un sistema electrónico inteligente. Un algoritmo detecta los grados de temperatura y el tamaño de la persona y se basa en la velocidad y la altura. Un número determinado de píxeles en la imagen significa que es una cabeza, si es más grande se presupone que es una chapa que se calienta o un vertido.

El algoritmo empieza a funcionar a más de 20 grados. Se calcula la altura y la velocidad de la aeronave y marca la ubicación de toda masa que está entre 20 y 37 grados (la temperatura corporal de un ser humano). El dispositivo está hecho de aluminio. Se podría fabricar con fibra de carbono pero sería demasiado ligero. Además “no es necesario hacerlo más pequeño porque no cabrían los tres procesadores que van en el interior y además se necesita espacio para disipar el calor interior del cubículo”, explica Escribano.