La mayor parte de la oposición política ha decidido amplificar hasta el límite los incidentes que rodearon a la elección de Tucumán. En ese entendimiento se acordó transmitir a la sociedad que hay un clima de zozobra electoral que se extiende hasta las generales de octubre donde las mayores oportunidades siguen siendo para el candidato oficialista Daniel Scioli. La estrategia consiste además en hacerle creer al electorado que debe "cuidar su voto" porque existe un Estado y una administración que no lo pueden hacer.

La operación es siempre la misma. Idéntica a la que se usó para la muerte del fiscal Alberto Nisman, copiada de la que se utilizó para describir el fenómeno de las inundaciones en la provincia de Buenos Aires y calcada del esquema que se siguió para señalar la supuesta complicidad del jefe de Gabinete con la mafia de la efedrina y el triple crimen de General Rodríguez.

Hasta el orden que siguen los pasos es similar. El grupo Clarín instala el tema y sale a recoger la impresión política de la oposición. Y hasta ahora no ha fallado. No hubo un solo dirigente opositor de peso capaz de negarse a participar del convite.

Se puede pensar lo peor del gobierno nacional y es legítimo no acordar e incluso destacar las puntos negativos. Es más, esa es una obligación para cualquier opositor. Pero siempre hubo "reglas" para hacerlo. Principalmente, el problema o asunto debe ser real y la crítica despiadada debe incluir la propuesta superadora que tienda a intentar dar solución.

Pero el caso de Tucumán es más que ilustrativo. ¿Para qué querría perpetrar un fraude electoral (si esto fuera posible) un candidato como Juan Manzur que sabía por las encuestas que estaba casi 20 puntos por encima de su rival, José Cano?. Otro dato contundente es que el principal detenido por la quema de las cuarenta urnas es un dirigente de la oposición. Aún así se logró instalar que en la provincia había un resultado fraudulento y eso había que proyectarlo hacia octubre.

Lo mismo hubiese pasado tal vez con las elecciones en Santa Fe si el ganador hubiese sido Omar Perotti, del Frente para la Victoria. Porque de nada le sirve a Mauricio Macri y al PRO instalar a nivel nacional que el socialismo santafesino y el Frente Progresista fraguaron los resultados. Por eso en su momento Macri dio la orden de reconocer el triunfo de Miguel Lifschitz y abandonar la pelea en Santa Fe. Una decisión que tuvo sus consecuencias locales ya que Miguel Del Sel reconoció que tuvo que hacer terapia para absorber el golpe y su compañero de fórmula Jorge Boasso aún está enojado y asegura que estaba lista una presentación judicial para pelearle la elección al FPCyS hasta las últimas consecuencias.