La Liga, partido político de extrema derecha conducido por Matteo Salvini, gobierna Italia en coalición con el Movimiento Cinco Estrellas (M5S) de características antisistema. Sin embargo, en Abruzzo, en el centro del país, ambas agrupaciones compitieron como rivales. La Liga obtuvo por sí sola el 28 por ciento de los votos, el doble de su resultado en las elecciones legislativas de marzo del 2018.

En contraste, el M5S, que en las elecciones del año pasado se había transformado en la primera fuerza electoral nacional con un 32 por ciento, obtuvo en Abruzzo sólo el 19 por ciento de los sufragios. De este modo se advierte que, desde que en junio pasado formó el actual gobierno de coalición con la Liga, el M5S ha ido perdiendo fuerza. Lo contrario sucede con el socio de derecha.

Ambas agrupaciones habían acordado mantener su independencia en las sucesivas elecciones pese a compartir el gobierno. Es así como la Liga organizó una estrategia de alianzas en Abruzzo que le permitió ganar de manera contundente. Esa alianza incluyó a dos partidos del mismo espectro ideológico, a saber, Forza Italia de Silvio Berlusconi, y Fratelli d'Italia (Hermanos de Italia). En conjunto, la coalición sumó el 48 por ciento de los votos.

La importancia real de estas elecciones regionales consiste en que se las considera un test respecto  del equilibrio de poder dentro de la coalición gobernante y un anticipo de las elecciones para el Parlameto Europeo que se realizarán dentro de tres meses. 

Abruzzo

En 2009 un terremoto de 6,3 grados en la escala de Richter con epicentro en L’Aquila, capital de Abruzzo, dejó 308 muertos y destruyó las casas de 50 mil personas. Todas la fuerzas políticas convirtieron el tema de la reconstrucción en eje de sus promesas de campaña. Sin

embargo, son muchas las personas que, diez años después, aun esperan el apoyo estatal necesario para reconstruir su vida y se estima que la corrupción se ha llevado una buena parte del presupuesto. Es por eso que la confianza en los partidos políticos tradicionales se evaporó.

Por otra parte, el magro resultado alcanzado por el M5E parece indicar que la gestión en el gobierno nacional le está produciendo un fuerte desgaste. ¿Pero por qué ese desgaste solamente impacta en el M5E y no en la Liga? Porque el partido de Salvini ha logrado generar la percepción entre la ciudadanía, el empresariado y los sindicatos, de que los problemas que hay en el poder ejecutivo se deben a la falta de capacidad del M5S. Como resultado, el partido perdió 20 puntos porcentuales de apoyo en Abruzzo, frente a los 40 que tenía en marzo del año pasado.

Salvini

Al frente del ministerio del Interior y de la vicepresidencia del Consejo de Ministros, Matteo Salvini es un político controvertido. Mantiene una visión crítica de la Unión Europea (UE), se opone a la inmigración irregular en Italia y en la UE y a la gestión de solicitudes de asilo en la UE. En materia económica apoya los impuestos únicos, los recortes impositivos, el federalismo fiscal y el proteccionismo. En materia social Salvini se opone al matrimonio entre personas del mismo sexo, respalda la constitución de la familia monógama tradicional y está a favor de la legalización de los prostíbulos. Respecto de la política exterior, se opuso al embargo internacional contra Rusia y apoyó una apertura económica a Europa del Este y a países como Corea del Norte. También respaldó la candidatura presidencial de Donald Trump en 2016, con quien mantiene una clara afinidad.

Con esta visión del mundo, Salvini hizo funcionar su estrategia política en Abruzzo y derrotó en simultáneo a la coalición local de centroizquierda que gobernaba y a su socio del gobierno nacional.

El líder de la Liga concentró las expectativas generadas durante estos ocho meses de gobierno y las tradujo en resultados electorales. En Abruzzo logró duplicar los resultados de las elecciones de marzo de 2018. Lo mismo sucede en otras regiones gobernadas tradicionalmente por la izquierda o en aquellas gobernadas de manera fugaz por el M5S.
Salvini permite y hasta facilita la erosión del M5S. Cuando llegue el momento oportuno, dará el empujón final para que el gobierno se caiga, pero eso será cuando cuente con la garantía de un escenario electoral favorable a la Liga.

El resultado en Abruzzo ofrece también una buena perspectiva de la manera en que la Liga está absorbiendo sin prisa pero sin pausa los votos de Forza Italia dentro del espectro ideológico del centroderecha. El partido de Silvio Berlusconi ha visto en los últimos tiempos cómo su electorado se decanta por una opción más auténtica y radical. De hecho, el bloque de partidos de centroderecha podría gobernar Italia de inmediato si se mantuviera unido. Es por eso que Salvini apunta a desplazar definitivamente del primer lugar a Forza Italia en el plano nacional para que sea la Liga la que conduzca indiscutidamente el centroderecha. 

Preocupado al advertir las intenciones de Salvini, Berlusconi anunció que se presentará como candidato en los comicios europeos para frenar la sangría de votos de su partido. Pese a que ambos líderes pregonan la unidad, en las elecciones de mayo sus partidos se presentarán con una idea de Europa radicalmente distinta, donde quedará expuesto también quién manda y quién acompaña.

Por el lado del centroizquierda se advierte que, pese a conservar buena parte de su electorado, pierde cada vez más gobiernos regionales. Eso significa pérdida de poder y, a la larga, un camino difícil de remontar al no poder exhibir gestión de gobierno. Asimismo, si el centroizquierda no tuvo una merma marcada de votos pero los partidos de derecha como la Liga reúnen cada vez más voluntades, hay que pensar qué sucede con el electorado independiente. Todo parece indicar que los discursos extremistas y ansistema tienen una convocatoria creciente no solamente en Italia, sino en casi todo Occidente. Recientemente en España, un escenario político regional, marcó el acceso del partido de extrema derecha Vox al gobierno de Andalucía mediante una coalición.

El fenómeno del ascenso de la ultraderecha está asociado a varios otros como el del hartazgo social con los partidos políticos tradicionales, ya sea por ineficaces o por corruptos, la asociación de democracia con gestiones fracasadas, y la proliferación de noticias falsas bien explotadas desde algunos sectores del poder económico que se benefician con un mundo en permanente conflicto, con antagonismos irreductibles, sin espacio para la reflexión, donde todo se simplifica con la letanía la culpa es del otro.

Italia, la Liga y Salvini, son buenos indicadores de un fenómeno que recién se inicia.