Por momentos, parece que la revolución tecnológica ya no nos promete un futuro, sino que nos reclama el presente. Un nuevo término empezó a circular entre podcasts, redes sociales y streamings: tecnocristianismo. Mencionada hace casi ya un año por Tomás Rebord en una de sus “edibordiales” -como llama a las editoriales realizadas cada lunes en su programa Hay Algo Ahí-. El nombre parece meme pero que encierra una pregunta seria: ¿qué alma tendrá esta nueva era?

Estamos en el tecnoceno, término acuñado por la investigadora Flavia Costa. Un tiempo en el que las huellas humanas dejaron de ser simbólicas para inscribirse en capas geológicas, sistemas climáticos y redes neuronales artificiales. Una época en la que la tecnología no solo transforma la producción, el consumo y el descarte, sino que empieza a redibujar los límites mismos de lo humano. Frente a esta mutación, hay una disputa clave: ¿seremos mejorados por la tecnología o dominados por ella?

El transhumanismo ofrece una respuesta dura: la máquina no solo puede asistirnos, puede superarnos. No necesita descansar, dudar, ni enfermarse. Su lógica es la de la eficiencia máxima. Para figuras como Elon Musk o Mark Zuckerberg, el futuro es una interfaz cerebral, una carne aumentada, una humanidad expandida o directamente obsoleta. Es la fantasía del upgrade permanente: ser más rápido, más fuerte, más inteligente, aunque eso implique dejar atrás lo que somos. En ese espejo, lo humano aparece como una falla: lento, emocional, limitado.

RosarioPlus ⭐️⭐️⭐️ on Instagram: "🧠🤖 ¿Puede el alma sobrevivir en la era de la inteligencia artificial? En pleno tecnoceno, donde lo digital redefine lo humano, surge el "tecnocristianismo": una corriente que recupera la espiritualidad y la ética frente al avance imparable de los algoritmos. Mientras algunos sueñan con superar al cuerpo, otros reclaman sentido, comunidad y fe. 🖌 Escribe @ceciliamacarenapelliza 📲 Leé la nota completa en RosarioPlus #Tecnoceno #IA #EspiritualidadDigital #Tecnocristianismo #FuturoHumano #FlaviaCosta #TomásRebord"

Del otro lado, el tecnohumanismo propone una mirada más ética, más anclada en la fragilidad como valor. La tecnología, dice esta corriente, no debería reemplazar la humanidad, sino aliviarla. Liberarla del peso de lo inútil, permitirle más tiempo para crear, descansar, cuidar, imaginar. Pero la contradicción estalla: queríamos un robot que nos ayude a tener más tiempo libre para escribir guiones, leer libros, mirar películas. Y tenemos uno que ahora escribe guiones, diseña afiches, genera ilustraciones. ¿Quién trabaja para quién? ¿La tecnología a nuestro servicio o nosotros corriendo detrás de ella?

Quizás el cine ya nos dio una metáfora precisa: Terminator no es solo una saga de acción, sino un espejo de esta época. El duelo entre el cyborg clásico y el nuevo modelo líquido —mutable, sin forma, sin límites— condensa la tensión entre un tecnohumanismo que aún reconoce el valor de lo humano y un transhumanismo que desea superarlo. El primero elige cuidar, proteger, preservar; el segundo, disolver, optimizar, trascender. En esa batalla, que ya no ocurre en un futuro postapocalíptico sino en nuestras decisiones cotidianas, se juega algo más que el destino de la especie: se juega el sentido mismo de ser humanos en el tecnoceno.

El tecnohumanismo insiste: hay que poner límites, pensar en el acceso, el cuidado, la educación. No se trata de decirle no a la innovación, sino de preguntarse para qué y para quién se innova. En esa tensión vive también el tecnocristianismo, que recupera el lenguaje de la fe para hablar de espiritualidad, propósito y comunidad en medio del vértigo digital. Como si dijera: si la inteligencia artificial va a tomar decisiones, más vale que haya una ética detrás.

Francisco ya había advertido que la inteligencia artificial reconfigurará nuestra forma de vivir, nuestras relaciones e, incluso, nuestra idea de humanidad. Ahora, su sucesor tomó la posta con un gesto tan simbólico como estratégico: eligió llamarse León XIV, en homenaje a León XIII, aquel que en plena revolución industrial sacudió los cimientos del catolicismo con la Rerum Novarum. Si entonces el desafío era la cuestión obrera, hoy es el algoritmo. León XIV afirma que la IA representa un reto para la humanidad, y que la Iglesia no puede callar frente a ello. Su promesa: una continuidad crítica del legado franciscano, anclada en la defensa de la dignidad humana en un mundo donde la frontera entre lo divino y lo digital se vuelve cada vez más porosa.

POR EL USO DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS - EL VIDEO DEL PAPA - ABRIL 2025

El tecnoceno no es solo una era tecnológica. Es una era moral. Está en juego no solo qué puede hacer la máquina, sino qué queremos hacer con ella. Y sobre todo, qué queremos seguir siendo nosotros.