POR KEVIN DOLCE (*)

En avenida Belgrano al 400 persiste todavía las ruinas de una vieja casona construida hacia 1940 y que perteneció a Santiago Guasoni, nieto del intendente de Rosario entre 1904 y 1906, Santiago Pinasco.

Entre 1970 y 1980 comenzó a ser alquilada para sucesivos boliches bailables, cambió de nombre varias veces, algunos más o menos olvidados que otros: Luna a finales de los 70, Elefante Blanco desde principio de los '80, Pinar, La Fábrica, Hollywood,  Mediterráneo y el Bajo o Casa el Bajo. 

En su subsuelo funcionó Morrison, un reducto nocturno donde se solían hacer recitales. Entre otras bandas se presentaron Siniestro Total, Die Toten Hosen, Sumo y Rata Blanca. También en ese lugar se presentaron Los Piojos por primera vez en Rosario. 

Para finales de los 90 el boliche también se llamó La Morena. Durante la década del 90 además se solían hacer graduaciones y peñas universitarias. 

Para principios de los 2000 allí ya no funcionó más ningún boliche ni salón de eventos. Su derrotero terminaría relacionado con un escandalete de la política rosarina en 2001.  

El dueño del boliche La Morena era Mario Vallone, locatario de la propiedad. Tenía la intención de involucrarse en la política, por lo que creó varios partidos. Fue mentor de la lista conocida posteriormente como “ARI trucho”, mediante la cual puso como candidata a concejala a Sandra Cabrera, quien era cajera del boliche. El revuelo se desencadenó después de resultar electa, dado que los votantes confundían esta lista con el ARI que encabezaba Elisa Carrió a nivel nacional. 

Después de los reclamos pertinentes, se desestimó el resultado y ni Cabrera ni Vallone, quien estaba segundo en esa lista, pudieron asumir la banca en el Concejo Municipal. 

Lo que posteriormente salió a la luz fue que esta estrategia política de generar confusión para conseguir votos, Vallone lo había llevado a cabo con un íntimo amigo, Juan Carlos Millet, entonces diputado nacional del radicalismo. Y habría sido Millet quién inscribió al partido con la sigla ARI. 

En paralelo, la pareja de Juan Carlos Millet, Daniela León, fue electa concejala, al ingresar en el quinto lugar de la lista de Mónica Fein. Y también se terminaría relacionando con esa antigua casona, ya que fue la única de su partido que representó la postura de los bolicheros que pedían la modificación de la ordenanza 6.326, acerca de los espectáculos públicos, con autoría de Jorge Boasso.  

Esa actuación le valió a Daniela León la profunda diferencia con el resto del bloque, ya que conocían la relación de su marido con Vallone, dueño de La Morena. Desde 1997 León sigue siendo concejala. 

Después de toda esta historia y del fin de los boliches, la casona del Bajo quedó abandonada. Muchos herederos y problemas sucesorios conllevaron a que desde hace 20 años no se haga nada con ella, ni se mantenga.  Está catalogada como patrimonio urbanístico, con la categoría 2b, por lo que debería preservarse su fachada. El resto podría demolerse, salvo que la declaren en ruina y la tiren abajo. El tiempo dirá cuál será el futuro de este misterioso lugar. 
 

(*) Rosario por conocer