Carlitos Balá murió este viernes a los 97 años y las redes se llenaron de mensajes recordando al artista que divirtió a varias generaciones, con latiguillos muy simpáticos como el de preguntar por el gusto de la sal, el invento del chupetómetro o su perro invisible "Angueto". Pero sin dudas, el "Ea Ea Pe Pé" fue uno de sus gestos preferidos. Lo que pocos saben es que esa expresión nació en una esquina rosarina, una madrugada que -sin mucha precisión- para algunos fue a fines de los '60. Al dato lo había publicado hace un tiempo el sitio "Rosario Por Conocer" y así fue que este viernes el móvil de la Sí 98.9 estuvo en ese lugar para confirmar si el mito era cierto.

Habían pasado pocos minutos de la muerte de quien había nacido hace casi un siglo como Carlos Salim Balaá Boglich. Pero en la esquina de San Martín y San Lorenzo, ya sabían lo de Balá. Al primer acercamiento sobre la verdad del "Ea Ea Pe Pé" lo permitió José, uno de los dos diarieros de lugar. 

Y aquí, vale la pena un paréntesis: los kioscos de diarios y revistas, en plena era digital, han mutado en espacios para la venta de autos de colección a escala, por la escasa cantidad de información que la gente consume en papel. Muchos inclusive han cerrado. Pero en este rincón rosarino conviven dos kioscos, uno en cada vereda.

Pero volvamos a la búsqueda del mito: "Es así como vos decís", dice José cuando el cronista de la radio pregunta por la anécdota de Balá. Y cuando se piden por más detalles, explica: "Fue por un vendedor de diarios del puestito que está enfrente, pero no vayas a consultarle al que lo atiende ahora, porque ya no tiene relación con el que estaba en ese momento. Si querés, te paso el número del que la sabe bien, que ahora vive en España y era el del kiosco este". 

Con la respuesta afirmativa, llega el contacto: se trataba de Osvaldo, histórico titular del puesto de diarios frente al hotel Savoy, que hace unos meses enviudó y se fue a vivir a Palma de Mallorca por un tema familiar. Y le dejó el kiosco al pibe que laburó siempre con él. 

José atiende el kiosco de la esquina oeste. En el de enfrente, un sordomudo voceaba "Apepé" y Balá lo usó para su gesto.
José atiende el kiosco de la esquina oeste. En el de enfrente, un sordomudo voceaba "Apepé" y Balá lo usó para su gesto.

WhatsApp mediante, en pocos minutos Osvaldo estaba explicando desde una isla española y al aire por la Sí98.9, cómo había nacido el "Ea Ea Pe Pé". 

"Yo trabajé como diariero desde los 13 años, toda una vida en esa esquina, frente al hotel Savoy. Una madrugada, Balá que andaba de gira por Rosario, escucha por la ventana que el pibito que vendía en el puesto frente al mío, estaba voceando los diarios que recién llegaban. Habrá sido como las 4 de la mañana y como el chico era sordomudo, le salía una cosa rara, como si fuera "Apepé Apepé". A él le salía así nombrar el diario", explicó Osvaldo, desde la isla balear.

"Balá se asustó y después a la mañana bajó a charlar con el pibe. Hizo algunas anotaciones y ya después lo empezó a usar él. Cada tanto contaba cómo había nacido el tema, pero acá recién cuando me enteré de la muerte estaba viendo un canal de Buenos Aires por la computadora y justo pasaron un fragmento de una nota que le hizo Tinelli. Que le preguntó por el "Ea Ea Pe Pé" y ahí le decía que era un invento suyo, en lugar de nombrar la esquina acá del hotel y del kiosco", amplió también, un poco ofendido. El enojo, igualmente, no era para tanto. En la esquina de San Lorenzo y San Martín, hay orgullo por ser la que inspiró el clásico gesto del hincha más famoso que tuvo Chacarita.

Justo allí va a abrir en pocos días, debajo del hotal Savoy, un bar temático con trajes e instrumentos de íconos del rock internacional. Para compensar, se podría hacer enfrente algún homenaje a Balá en la zona de los kioscos, con un mural alegórico o un pequeño monumento.

Algunos también recordaron hoy que durante la dictadura, el icónico artista había actuado en un par de películas producidas por Palito Ortega que buscaban crear empatía con la tradición militar. Pero fue tanta la felicidad que contagió durante décadas, que el recuerdo popular prefirió quedarse con el gestito de idea, el guiño y su tradicional peinadito con flequillo. Así que, querido Carlitos, hasta siempre y "Sumbudrule".