Boy Olmi supo transitar un periplo actoral que lo llevó del rol de galancito de novelas en los '80 a piezas teatrales de culto y cine independiente. Pero en el medio, reverdeció su popularidad al pasar por la cocina televisiva de Master Chef Celebrity, que le dio una enorme visibilidad con público que no lo había visto actuar. De todo eso, lo de antes y lo de ahora, habló en entrevista con Patricia Dibert, Juan Cruz Revello y Juan Nemirovsky, en Ponele que sí.

Artista polifacético, también contó su oficio de documentalista, que lo llevó a recorrer el mundo y a ser director, entre otras cosas, del video que registró junto a los Soda Stereo el proceso de grabación de su disco “Dynamo”. 

Revello: ¿Te sorprendió la repercusión que tuvo tu participación en Master Chef? Seguro que hubo pibes que nunca te habían visto actuar que te conocieron ahora por el programa, ¿no?

—Sí, así fue. Y te diría que no me sorprendió la respuesta de la gente, porque la propuesta estaba muy bien pensada desde los comercial, para abarcar a un público muy amplio. Pero sí me resultó sorpresiva la cantidad de mensajes que me llegaron por Instagram, con tanto cariño, habiendo hecho yo tan poco, como fue cocinar y siendo yo mismo, sin actuar. 

Nemirovsky: Los actores tenemos el vacío post actuación, debe ser difícil para vos llenar el vacío post Master Chef, imagino. ¿Te pasa ahora que terminás de cocinar en tu casa y esperás alguien que te haga el análisis de la comida como te la hacían en la televisión?

—Cuando terminé Master Chef, ¿sabés qué me pasó? Fue al revés, no extrañé la adrenalina de la tele, sino que me di el gusto de volver a cocinar sin apuro. Pero igual te cuento que mi mujer a veces me hace la parodia del jurado de la televisión.

Revello: Hace poco en YouTube te encontré como director del documental sobre un disco que a los que crecimos en los ‘90 nos partió la cabeza, que fue Dynamo, de Soda Stereo. ¿Cómo fue esa experiencia?

—Fue una época en la que el video recién empezaba a aparecer como lenguaje creativo. Veníamos de los 80 y del auge del video clip, pero también el mediometraje, el videoarte y otras cosas. Yo me puse a experimentar e hice cosas que tuvieron mucha resonancia. En el ‘88 había hecho un trabajo que se llamó “The man of the week”. Le fue muy bien, ganó premios en Alemania y en Brasil, se vio en todo el mundo. Y me dio a mí un prestigio como director de video que ni siquiera yo había buscado. Ahí nos contactamos con Daniel Cohn, que era el manager de Soda y me propone que hiciera el video clip de Primavera Cero, que fue el corte de difusión del disco. Yo le contraoferté otra cosa. Como yo estaba explorando el género documental, les propuse registrar el proceso creativo de la banda. Ellos tenían un culto por la imagen y se producían con peinados y de una forma muy particular en cada aparición. Yo quise registrar lo contrario, mostrar la intimidad, sus casas, la sala de ensayo, las clases de yoga, lo que comían. Y así salió el documental “Haciendo Dynamo”. Yo llegaba y les decía “No hagan nada especial, sean ustedes”. No les ponía luces, ni mucho equipo, para justamente mostrarlos tal como eran. El video en total terminó durando 15 minutos y termina con el videoclip de Primavera Cero. Apenas lo editamos, como les gustó mucho, me ofrecen hacer algo con la puesta en escena de sus shows en Obras para presentar ese disco. Había otras cámaras en el estadio, pero ahí estuve yo atrás del escenario para captar momentos también. Eso fue en el ‘92

Revello: Sí. Ese fue un momento muy significativo, porque al mismo tiempo que se presentaba ese disco con un sonido nuevo, como era el de Soda, a pocas cuadras en los mismos días actuaba Serú Girán, que regresaba. Recuerdo a Mariano Roger, guitarrista  de Babasónicos, que fue la banda soporte de esos recitales de Dynamo, contar que estaban en el patio de Obras esperando para tocar y desde ahí se escuchaba la prueba de sonido de los Serú. Y sentir que ellos eran el futuro.

—Yo ahí conocí a los Babasónicos, en la trastienda de esos shows, cerca de la Navidad del 92.

Dibert: Hay un material también muy interesante que lograste hacer con Quino, que fue una de las últimas producciones que ha quedado de él.

—Es un documental, sí. Una pieza pequeñita, pero muy honda. Y como él murió poco después, quedó como algo medio mítico, porque es su última aparición ante una cámara. Él había sido siempre muy parco , lacónico y de aparecer poco en las cámaras, pero en esta ocasión, además pasó que antes de hacer el trabajo, me habían dicho que se había quedado ciego, que estaba muy mal de salud, en silla de ruedas. Me dijeron así: “Es probable que vayas a Mendoza a verlo y que no puedas hablar con él. Es factible también que si hables, no esté del todo coherente”. Y yo decidí ir igual y sumarme al proyecto. Le escribí antes una carta, en la que le dije que no era obligación entrevistarlo. Que mi intención era tomar una copa de vino con él y escuchar el sonido del viento. Le llevé música, libros y un montón de cosas que tenían que ver con su vida. Entonces, generamos un encuentro. 

Dibert: ¿Y qué música le llevaste?

—Le llevé algo de Eric Satie y mucho de los Beatles, que son dos cosas que sabía que le gustaban.

Dibert: Claro, en Mafalda hay mucha referencia a los Beatles.

—Sí. Y también le llevé uno de los veinte tomos de una enciclopedia que yo sabía que él leía mucho de niño. Le llevé un ejemplar que era de mi madre. Hay una sección de esa enciplopedia, que se llama “El libro de los por qué”. Y sabés que para mí ahí adentro estaba la génesis oculta de Mafalda, porque en esa parte se hacían las preguntas más inverosímiles, como hacía ella. Y eso también tenía que ver con la propia infancia de Quino, le gustó. Pero además pude ir antes a un recital de Serrat y entrar al camarín y grabar un saludo de Joan Manuel para Quino, también de Tute y de Rep. Y se los llevé. Todo eso generó un clima muy especial, que permitió pasarla muy bien en esos tres encuentros que tuvimos en Mendoza. Y que Quino muestre quizás una cara que tenía oculta por mucho tiempo, que diga muchas cosas. Salió muy bien todo.

Dibert: Te diste un tremendo gusto, ¿no?

—Fue muy lindo. Pero me pasa a menudo de pasarla muy bien con los trabajos que hago. Me ha tocado entrevistar a Chopra o Liv Ullman. Me pasa que en mi cualidad de comunicador, de entrevistador, me he encontrado con gente muy increíble, que es un elemento que yo traslado al público, pero que es muy estimulante también para mí. Ahora por ejemplo voy a empezar esta semana un programa nuevo con Teté Coustarot, de entretenimientos, que es un enorme desafío. Porque es meterme en algo a priori medio insólito, pero a la vez muy interesante. 

Dibert: ¿En dónde?

—Va a salir todos los días por Canal 9, de 10 a 11 de la noche. Estará basado en archivos de la historia, periodísticos, culturales, gráficos. Creo que va a salir muy divertido, empieza este lunes. Y para mí es una aventura, es un desafío nuevo. Cada cosa que hago tiene que moverme a la curiosidad.

Nemirovsky: Hiciste de todo. La pregunta es si lo buscaste o esa heterogeneidad es el resultado de hacer, como muchos actores, “lo que va saliendo”.

—Bueno, es natural de mi persona. Hay actores que sólo hacen cine o teatro. Yo hice televisión, cine, teatro, pero soy muy curioso. Y me interesan cosas que van más allá de la técnica actoral. Entonces me volqué mucho a la comunicación, pero preocupado por temas sociales y ambientales, porque me inquieta el estado en el que está la humanidad y la pregunta sobre cómo hacemos que un mundo sea posible. Y esa curiosidad me llevó a estar en proyectos que devuelven eso, me han hecho ofrecimientos también que van por ese lado, la búsqueda. He estado trabajando en Malvinas, en la cima del Aconcagua o en la Antártida, por ejemplo.

Podés escuchar la entrevista aquí

11 - 03 - 2021 Boy Olmi en #PoneleQueSi by Sí 989