Parece una de esas películas policiales graciosas, donde una pareja improbable de detectives termina en aventuras insólitas. Pero pasó en la vida real, en la ciudad de Clearwater, Florida: dos policías irrumpieron en un velorio para poder desbloquear del smartphone del muerto con su huella digital. Obvio, fue en el marco de la investigación por el homicidio del fallecido en cuestión. 

Lo peor es que la polémica escena ni siquiera cumplió con su cometido, porque los detectives no pudieron acceder al celu. ¿Por qué? Porque justamente para proteger la privacidad de los muertos, los datos biométricos de la persona (la huella digital grabada en el teléfono) sólo son reconocidos entre 48 y 72 horas después del fallecimiento. Algunas marcas de avanzada, desconocen la información incluso minutos pasada la muerte.

La irrupción de los policías, por supuesto, generó malestar en la familia del fallecido. Pero según los oficiales, se trataba de la forma más rápida, sencilla y segura de acceder al smartphone y poder saber si la víctima había mantenido alguna conversación fundamental que pudiera indicar las circunstancias de la muerte.

Además, por ahora no habría ningún impedimento legal (sólo ético) para llevar adelante un procedimiento de esas características. La cuestión había quedado debidamente saldada a principio de 2016 cuando el FBI quiso recurrir a un método similar para acceder al teléfono de un terrorista abatido.