El conflicto bélico entre Rusia y Ucrania encendió las alertas respecto a la posibilidad de una escalada que pudiera terminar en una guerra nuclear. Ante esto, un reciente estudio internacional reveló que Argentina y Australia son los mejores destinos para sobrevivir ante una guerra nuclear, al menos hasta una década después de haber iniciado.

El dato fue publicado por la revista Nature Food y difundido en la edición del diario estadounidense The Times. “Según un nuevo estudio, los países con mayores esperanzas de al menos ver sobrevivir a su civilización en la década siguiente a una guerra nuclear serían Argentina y Australia”, publicó.

El estudio analizó qué podría suceder en el mundo luego de los incendios masivos iniciados por el estallido de una guerra nuclear y el impacto que tendría en la producción de alimentos ante el hollín existente, que a su vez afectaría en la iluminación del sol.

"La conclusión es que incluso si evitas estar entre las muertes iniciales, el efecto indirecto del conflicto significa que cinco mil millones de personas podrían morir de hambre en todo el mundo en los años inmediatamente posteriores al ataque”, completó.

“Todo el mundo entiende que el efecto directo de la guerra nuclear sería terrible, como vimos en Hiroshima y Nagasaki”, le dijo el profesor Alan Robock, de la Universidad de Rutgers en Nueva Jersey, a The Times. “Nuestro trabajo muestra que más de diez veces más de personas podrían morir en el resto del mundo debido a los impactos sobre el clima y la agricultura”, agregó.

Más allá de lo que ocurre actualmente entre Rusia y Ucrania, The Times señala que incluso un conflicto más pequeño, como uno entre Pakistán e India, podría resultar en que “más de mil millones de personas se queden sin alimentos debido a la mala cosecha, la mayoría en países alejados del conflicto en sí”.

Para llegar a las estimaciones, los investigadores ignoraron las muertes iniciales de las explosiones nucleares y, en cambio, insertaron modelos de las consecuencias para la agricultura ante la caída de la luz solar y la temperatura tras los incendios.

“Por primera vez, hemos podido utilizar modelos climáticos y de cultivo modernos para cuantificar los efectos de cada país en función de cuál es su muerte, cuánto importan y exportan, y cómo cambiaría el clima y afectaría a cada cultivo por separado”, detalló Robock.

Según The Time, la mayoría de los países vieron al menos una reducción del 90 por ciento en calorías. La razón por la que algunos países como Australia y Argentina, y una franja de África central, pudieron mantener la producción de calorías fue porque ya trabajaban cultivos más resistentes como el trigo —en grandes cantidades— y tenían pocas poblaciones.

“Todavía habría suficiente producción nacional para ellos, pero puedes imaginar que habrá flotillas de refugiados hambrientos de Asia en su camino”, agregó Robock. “La amenaza de usar armas nucleares para disuadir un ataque es una bomba suicida. Porque si los usas, todos en tu país morirán de hambre”, completó.

A principios de mes, el secretario general de la ONU advirtió que cualquier ataque a una planta nuclear es “una misión suicida”, tras el bombardeo la semana pasada de la mayor planta atómica de Europa, aunque sin señalar responsables.

“En este momento, con la amenaza nuclear de vuelta, debemos pedir a los países con armas nucleares que se comprometan a no usarlas. Si no es así, esto supondría la destrucción del planeta”, señaló entonces Antonio Guterres, en Japón.