Un estudio hecho en simultáneo en China y Dinamarca llevó a una conclusión un tanto descabellada pero que la ciencia avala porque datos comprobables: escuchar rock tiene duro, heavy metal o cualquier variante de música pesada puede influir negativamente en la elección de los alimentos.

En el estudio participaron más de 200 personas de China y Dinamarca y consistió en presentar distintos tipos de opciones alimentarias para que se las emparejara con dos versiones de la misma canción, una hecha con piano y un tempo lento, y otra con guitarras distorsionadas y ritmos rápidos.

Terminó resultando que las personas que escuchaban las melodías más tranquilas tendían a buscar alimentos más sanos y las que escuchaban la música de sonido más agresivo optaban por alimentos menos saludables.

De esta manera los investigadores descubrieron que hay una relación causal entre los sonidos y la elección de los alimentos, concluyendo que los sonidos pesados ​​de alguna manera sabotean las funciones cerebrales que regulan la toma de decisiones.

Generalmente cuando se piensa en comida sólo se piensa en el sabor, el aroma y la vista, por lo que la intención de este experimento era descubrir que papel juega el sonido a la hora de elegir un alimento. ¿Qué dirán los metaleros veganos?