Todo el mundo retorna a sus raíces. Tal el caso de la actriz Melissa Gilbert, que a los 58 años pegó el zapatazo, dejó su mansión de 1 millón de dólares en Los Ángeles y se mudó con su pareja a una cabaña en el noreste de Estados Unidos, entre New York y Albany, junto al río Hudson. Lo peculiar es que la vivienda tiene toda la onda de la finca en la que transcurrió la serie La Familia Ingalls, donde ella interpretaba a la dulce y valiente Laura, una de las niñas de la casa.

Gilbert reveló este cambio de vida en la previa de presentar Back to the prairie (De vuelta a la pradera). Allí cuenta su convivencia con la fama desde la niñez, y por eso decidió dar este giro radical e instalarse en el campo. Lo contó en su cuenta de Instagram.

Del Instagram de melissagilbertofficial

En su IG Live la actriz tiró cosas como esta: “Estoy volviendo a mi amor por el aire libre, que ya había sentido cuando era niña, porque era una gran aventura estar al aire libre y jugar mientras trabajaba en el set”, dijo quien creció actoralmente junto a Michael Landon, el Charles Ingalls de la la famosa serie.

“Me encantaba porque había animales por todas partes, siempre había niños y muchos juegos que podíamos hacer. Ahora cultivar mi jardín, cuidar a mis pollos y simplemente sentir la tierra y ver que nuestra comida crece cada día desde el suelo, es maravilloso. Despertó mi alma de una manera que nunca antes había sentido”, confesó.

La actriz compró la cabaña en una finca de 5 hectáreas por 120 mil dólares entre bosques y montañas. Allí se instaló con su esposo, el director Timothy Busfield, con quien vive desde hace 9 años. 

“Tuvimos que hacer el jardín y la huerta, construir un sistema de riego, la seguridad para el gallinero con una cerca eléctrica para mantener a los osos alejados; la verdad es que nunca me divertí más. Nos levantamos muy temprano y a las 10 de la mañana ya estamos absolutamente sucios, y estoy alegre todo el tiempo”, relató a la prensa local.

Y con el cambio de vida también Melissa dejó atrás la obsesión por el estereotipo de belleza para lucir ante las cámaras del show business. Ya no cirugías, ni maquillaje ni prótesis. “Esta soy yo ahora: sin tintura en el cabello, sin relleno, sin implantes, sin botox. Solo me cuido e trato de comer lo mejor que puedo, beber mucha agua y gracias a eso estoy aprendiendo a disfrutar”, sentenció.

También el alcohol fue una batalla para ella. “Intentar no envejecer es una batalla cuesta arriba donde eventualmente todos pierden. Simplemente no encaja con lo que soy y lo que es mi vida ahora. Es agotador e innecesario. Tuve que encontrar un lugar dentro de mí donde pudiera dejar de sentir que necesitaba ser lo que todos los demás querían que fuera y ser exactamente quien soy”.