Este 4 de agosto es el Día del Panadero en Argentina, conmemorando la creación de la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos, algo así como el primer sindicato de obreros panaderos un 4 de agosto de 1887.

Pero este día, da el pie para indagar acerca de los nombres de las facturas que comemos todos los días en la oficina o en casa con mates. Lo conocido es que estas delicadesas gastronómicas son una receta europea, que llegó a la Argentina con la inmigración de fines del siglo XIX.

La historia del nombre de cada una de las facturas tiene algo de revolucionario y anarquista si se quiere. Es que en 1888, justamente la Sociedad de Resistencia Cosmopolita de Obreros Panaderos realizó la primera huelga de protesta. Durante los 10 días que duró la huelga, los panaderos, de línea anarquista, sumaron una cuota de humor al combate.

Así, las masas crudas de factura fueron tomando diferentes formas a las que le daban nombres de burla dirigida hacia los sectores oligárquicos y conservadores del país que se enfrentaban a sus reclamos.

De esta forma nacen los "cañoncitos" y las "bombas" como respuesta al Ejército. O los "vigilantes" que emulan a la policía, una figura encargada de ir al choque contra los reclamos de los trabajadores.

Pero también repartieron para la Iglesia, con los famosos "sacramentos", las polémicas "bolas de fraile" y los sugerentes "suspiros de monja". Un evidente cachetazo popular para estos sectores.

Al finalizar la huelga y tras lograr sus objetivos, las nuevas facturas siguieron formando parte de la carta que ofrecen las panaderías hasta el día de hoy.