El largometraje animado musical “Más allá de la Luna” propondrá, desde su estreno en Netflix este viernes, una mirada pop para grandes y pequeños sobre la mitología china, que a través de la historia de una chica que pierde a su madre y emprende una aventura de la mano de la ciencia y la magia para lidiar con el duelo se anima a pisar con firmeza en terrenos antes dominados por Disney.

El dato de que los contenidos dirigidos al público infantil son los que más se ven -y mayor índice de repetición tienen- en el gigante del streaming no es novedad; tampoco que, ante la decisión de los históricos de la industria audiovisual de lanzar sus propias plataformas, Netflix ha dedicado los últimos años a generar el estilo de productos que ya no le proveerán.

Así es que desde 2018, por medio de la subsidiaria Netflix Animation, muchos millones de dólares en el bolsillo y la asociación con importantes casas productoras del rubro animado, comenzaron a llegar filmes animados propios a su listado.

El arquetipo del héroe o la heroína huérfanos, tan transitado por Disney, tiene en la cinta musical de “Más allá de la Luna” un nuevo exponente, en la piel de Fei Fei, la brillante nena china que construye un cohete para ir al satélite terráqueo y demostrar que allí vive la diosa Chang’e, de la que su madre solía hablarle antes de morir.

En compañía de un travieso hermanastro y sus inseparables mascotas -otro requisito ineludible de la filmografía de las princesas Disney- Fei Fei se embarcará en una aventura en la que descubrirá un mundo repleto de criaturas fantásticas y del que ya no volverá igual.

Coproducida por Pearl Studio, no es casualidad que Netflix haya elegido como director del proyecto a Glen Keane, el animador ganador del Oscar por el cortometraje “Dear Basketball” (aquel que hizo en compañía con la fallecida estrella de la NBA Kobe Bryant) que tenía más de 30 años de experiencia, justamente, en Disney.

Allí fue que desplegó una reconocida carrera como animador, y tuvo a su cargo el desarrollo de Ariel (la protagonista de “La Sirenita”), Pocahontas, Bestia (“La Bella y la Bestia”), Aladdín y muchos otros.

“Te apoyás en tus fortalezas, y la mía es siempre vivir en la piel de los personajes, especialmente del principal. Me resulta muy cómodo presentar sus puntos de vista, transmitir lo que ellos viven”, confesó Keane en charla con Télam, sobre “la parte fácil” de dirigir un largometraje animado por primera vez y cómo su experiencia en Disney había resultado ideal para encarar la mirada de Fei Fei.

—¿Qué es lo que te atrajo de Fei Fei?
—Cuando leo por primera vez un proyecto siempre miro al personaje principal. Fei Fei es como Ariel, en el sentido en que cree que lo imposible es posible. Está en su ADN. Me gustó que fuera tan inteligente, sabe matemáticas, ciencia y de cohetes, pero al mismo tiempo tuviera este regalo de su madre, que es poder ver lo que otros no, el regalo de la fe. Como animador, siempre me atraen lo que pasa dentro de un personaje, como me ensañaron mis mentores que habían trabajado en “Pinocho”, “Bambi” y tantas otras, que me decían “Glen, no animes lo que el personaje hace, animá lo que está pensando, sintiendo”.

—En este caso, lo que siente es un profundo dolor.
—No fue hasta más tarde que supe qué tan profundas iban las raíces a la historia personal de la vida de Audrey Wells, guionista de la película, que tenía cáncer y sabía que esta historia era el último testimonio que le dejaría a su hija. Lo maravilloso para mí es poder lidiar con un tema tan pesado pero balancearlo con la alegría, la liviandad y los colores. Balancear esos dos aspectos juntos es lo que le trae equilibrio a la historia.

—El otro personaje femenino de la película es Chang’e, la diosa que busca Fei Fei y que resulta ser poco más que una caprichosa y egocéntrica estrella pop.
—En el caso de Chang’e, que es un personaje venerado en la cultura china y en su mitología, no solo queríamos contar una historia honesta, sino también entretenida, y eso significa hacer algo cautivante, inesperado. Y cambiar a Chang’e fue parte de eso. Porque está pasando por algo parecido a lo que atraviesa Fei Fei, está lidiando con convertirse en algo más superficial, como una versión de Lady Gaga o Katy Perry. Tomamos a su diosa, la dimos vuelta pero luego la devolvimos a su lugar con mucha más riqueza, más profundidad.

—¿Por qué es que en este mundo globalizado la cultura asiática sigue siendo exótica para tanta gente en Occidente?
—Por un lado, por razones políticas no hemos podido vivir esa cultura; muy pocos van allá. Para sentir lo que tienen para dar al mundo, es fundamental ir, experimentar su cultura. Y por otro lado, todo lo que se escucha en las noticias y en la televisión ofrece una mirada muy reducida, a menudo con intencionalidad política. Sin embargo, cuando conocés a las personas, cómo son sus familias, te das cuenta de que las historias que cada cultura tiene para contar pueden ser compartidas con otras y sentirnos identificados.
Ahí es adonde quisiera que se dirija la animación en el futuro: que más culturas tomen la animación como un vehículo para llevar sus historias al mundo. Se trata de descubrir y disfrutar de las diferencias.

—El desarrollo de la película fue en un contexto muy diferente, libre de pandemia. ¿Tiene una función más importante ahora, con el público preocupado en un año difícil, que cuando fue concebida?
—Nadie está inmune a la pérdida, a vivir en un mundo que se nos da vuelta por completo. En un momento Fei Fei dice “simplemente quiero que todo vuelva a ser como antes”, y eso es muy real; es lo que todos estamos sintiendo este año. Pero la vida no es así, no se puede ir atrás. Hay que ir hacia adelante, atravesar lo que sea que nos haya pasado.