El Teatro Independiente rosarino vive desde el 23 y hasta el 29 de noviembre su Semana con 40 funciones en 12 salas, charlas, seminarios y capacitaciones que buscan acerca un mayor público a la cada vez más intensa escena local, en un trabajo conjunto entre la Asociación de Teatros Independientes de Rosario (ATIR) y la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario. Los referentes del sector esperan cerrar así un año “con altos y bajos” en el que continuaron luchando por sobrevivir a las costosas facturas de los servicios y pelando por una Ordenanza municipal propia.

“Llegamos con fuerza a este fin de año, el arte por lo general en épocas de ajuste es cuando más explota y afloran las expresiones artísticas”, opina Nacho Farías, responsable de La Sonrisa de Beckett, una de las doce salas que participa de la Semana del Teatro Independiente. “Hacemos esto para acercar nuevos públicos”, amplía en cuanto a la propuesta en la que las 40 funciones tendrán un costo especial de 100 pesos. “Esperamos que todas las salas estén llenas”, aporta Bárbara Vidoletti, del Cultural de Abajo. “Es mucho tiempo dedicado a que la gente tenga la posibilidad de ver las muy buenas obras que se hacen en Rosario, donde hay actores muy buenos en todas las salas”, agrega.

Para Farías, el 2017 que empieza a cerrarse “fue un año que ha tenido sus altibajos, momentos con espectáculos con muchísima cantidad de público y otros que tuvieron poca afluencia”. En la misma sintonía, Vidoletti asegura que “a veces no está nada fácil y a veces levanta un poquito, igualmente es una lucha en conjunto”. Para Nacho, esos altibajos se explican en que “hay épocas del año donde la gente se guarda un poquito más”, pero que al menos en su caso “no hemos tenido una baja constante de público”. Bárbara, por su parte, ve que “lo principal es la economía de las personas”, aunque también cree que “necesitamos mucha más difusión para poder llegar a público que no tiene ni idea qué es el teatro independiente”.

Parando la olla

Nacho Farías advierte que “lo más complejo que tiene un espacio es afrontar los gastos fijos”. Y en ese sentido asegura que “lo estamos afrontando como mejor se puede, buscándole la vuelta para poder mantener un espacio así”. “Los costos son totalmente elevados para los ingresos que tiene un teatro, además somos espacios sin fines de lucro, no estamos detrás de una recaudación comercial y el ingreso que se tiene muchas veces no ayuda”. Bárbara Vidoletti coincide: “Es una lucha”. “Cuesta muchísimo, se paga igual porque no podemos vivir sin eso pero es un gasto extraordinario fuerte y con todo el parate que hay de los subsidios se nos complica bastante”.

Se refiere a la ayuda que el Instituto Nacional del Teatro entrega todos los meses a las salas para gastos de funcionamiento. Sin embargo, tanto Farías como Vidoletti coinciden en que acceder a ellos es complejo y que desde hace un tiempo, la acreditación viene muy atrasada. Además, cuenta Bárbara, “hemos hecho pedidos en conjunto de que nos hagan descuentos en la EPE, pero todavía no prosperaron”.

Ni boliches ni bares

Nacho y Bárbara vuelven a coincidir en que la problemática más compleja para el teatro independiente rosarino es obtener una Ordenanza municipal que los reconozca como tales. Farías reconoce que la relación con la Secretaría de Cultura municipal ha tenido “un gran avance”, pero advierte que esta área tiene sus limitaciones para avanzar en un viejo pedido de los teatrros independientes: dejar de figurar en la misma bolsa que contiene a bares y boliches bajo la figura de “locales nocturnos”.

“Estamos en la lucha de que se pueda lograr la reglamentación de la ordenanza y que nos saquen de la nocturnidad, nosotros tenemos bien en claro que somos salas de teatro independiente, no bares, por eso estamos peleando para que se reconozca nuestro rubro”, dice Nacho. “Es la problemática más importante”, agrega Bárbara. “Entramos en un rubro muy amplio como bares, boliches y no tenemos el mismo riesgo, trabajamos de una manera muy responsable en materia de sonido, iluminación, la gente que trabaja”, suma y lamenta que “es muy difícil para nosotros que nos traten como a un boliche cuando no ganamos ni un 1% de lo que ganan ellos”.