A pocos días del fallecimiento de Lidia Satragno -conocida popularmente como Pinky-, su sobrina, Kari Araujo, desmintió las versiones que aseguraban que la mítica conductora había pasado sus últimos días "abandonada". 

"Murió donde más quería estar: en su casa, en su cuarto y en su cama, junto a Gastón, su hijo, que la cuidó hasta el último minuto como nadie", reveló la periodista, que es hija de Raquel Satragno y el empresario Marcelo Araujo, en una entrevista con Pasa Montagna, en Radio Rivadavia.

"Sucedió algo muy importante con el tema de las redes sociales, la gente se manifiesta ahí y es una locura. A mi mamá, a mi primo y a mí el teléfono no nos paró de sonar el día que falleció", recordó. Y en épocas en las que las noticias de tamaña magnitud se viralizan en cuestión de segundos, agradeció haber contado con 25 minutos de ventaja sobre los medios. "Nos pudimos enterar todos los familiares primero, a solas", destacó y reveló que horas antes de la muerte de Pinky, falleció Azucena (89), su hermana mayor, motivo por el que todos quedaron en shock.

"Pinky tenía 87 años y hay un punto en el que la vida la había vivido, sabíamos que en algún momento iba a pasar. Fue un golpe inmediato y la imagen de que su hermana mayor la pasó a buscar", relató la joven que compartió pantalla con su tía en Memorias desordenadas, por la TV Pública.

Además, contó cómo era la conductora lejos de las cámaras y cómo era su vínculo de tía-sobrina: "Pinky era mi persona que cuando te despertabas tarde, llegabas y te encontrabas que te había preparado una chocolatada en la licuadora y te resaltaba lo espumosa que estaba, porque le divertía mucho la cocina; también te llevaba a recorrer el jardín y te enseñaba que las alegrías del hogar tienen unas semillitas que si las apretás explotan; que te llevaba a hablar de libros, que podía hablar de Borges y Belgrano sin parar. Siempre hablaba de su amor a la Argentina".