El Sol de mayo, el símbolo que flamea en el centro de nuestra bandera, suele ser obviado o poco considerado. Lo cierto es que no representa al astro que se posa sobre los colores del cielo, sino que en realidad es, ni más ni menos, que la representación del Dios Inca, Inti en idioma Quechua, o también conocido como Vira Cocha quien estaba casado con su hermana Mama Quilla, la Luna.

Este símbolo se impone por primera vez como sello en la moneda nacional por resolución de la Asamblea del año XIII, conformada en 1813 por eso su nombrey también Sol se llama aún hoy la moneda nacional de Perú que tiene el mismo origen incaico. Esta presencia en nuestra bandera nacional demuestra la vocación americanista en el pensamiento de Belgrano, ocultado por la historiografía colonial más difundida.

No debería llamarnos la atención el significado de esta presencia brillante en nuestra bandera si recordamos que el proyecto constitucional de Belgrano era la coronación de un Inca para el “Reino Unido del Río de La Plata, Perú y Chile” proponiendo a Cuzco como la capital, como fuera durante el imperio Inca. Tanto el creador de la bandera como San Martín eran proclives a instituir una Monarquía Constitucional, y en el caso de Belgrano había pensado en coronar a Juan Bautista Tupac Amaru, hermano menor de Condorcanqui, el célebre Tupac Amaru II. Si la gesta de mayo era realmente un proceso revolucionario contra el dominio Español, ¿Quién más que el heredero de la indómita sangre originaria, para representar una nueva Nación?

Sería una Nación independiente que uniera los modernos ideales de libertad con la hermandad política entre las diversas culturas e identidades que ya convivían en la América del Siglo XIX y con la necesaria unidad entre los pueblos originarios y los revolucionarios americanos. El proyecto era una sola Nación con los virreinatos del Río de la Plata y el del Alto Perú y para eso Simón Bolivar junto a Santander venían realizando una gesta similar desde la Nueva Granada, Venezuela y Quito. Lograrían crear luego la República de la Gran Colombia en el Congreso de la Angostura de 1819.

Encontrándonos hoy a más de dos siglos de la declaración de la independencia, tenemos que saber que el acta de 1816 además de ser redactada en castellano e inglés para que entiendan los dominadores, fue escrita en Quechua para que puedan comprenderla los originarios quienes debían formar parte del nuevo proyecto constitucional americano.

Nuestra bandera tal como la pensó Belgrano y nuestro libertador San Martín, no es la bandera de una Argentina pequeña, aislada y sumisa, sino una bandera americanista, pluricultural, revolucionaria y anticolonial. Una bandera que nos recuerda a Moctezuma, Tupac Amaru, Bolívar y la sangre derramada por nuestros pueblos, portadores de la maldición de haber nacido en tierras codiciadas por el capital foráneo, debido a las bendiciones proveídas por nuestra Pacha Mama.

El sol dorado en oro macizo, como lo veneraban los Incas, es también el afán de explotación y dominación que tuvieron los colonizadores. Motivo de la historia del sufrimiento, saqueo y etnocidio americano en manos de los ambiciosos Europeos y verdadero origen del capitalismo global, el cual hubiese sido imposible sin ese magnífico proceso de acumulación originario, porque no fue el espíritu protestante como pretenden contarlo quienes se benefician desconociendo la historia del saqueo en América ya que son beneficiarios de los nuevos métodos de explotación que sigue sufriendo nuestro continente.

Nuevas semillas latinoamericanistas se sembraron en este siglo, que merecen ser recordadas y otras tantas de malezas se esparcieron. El desprecio y la negación de este símbolo patrio y de nuestra identidad histórica, solo demuestra que es una historia incómoda para los nuevos dominadores. La banalización de una historia, contada para ser fácilmente asimilada, pretende vaciar de sentido las “gestas patrióticas”.

El resplandor del frío metal o el sentido profundo de Inti. En el sol, el colonizador ve lucro, riqueza y utilidad; a nosotros nos recuerda la inquebrantable voluntad de unión y libertad de los pueblos hermanos de América y el verdadero espíritu revolucionario de mayo.