Durante el mes de julio el Centro Cultural Cine Lumière celebra un nuevo aniversario como ámbito municipal. El emblemático espacio ubicado en Vélez Sársfield 1027 ha sabido resignificarse en los diferentes contextos sociales y actualmente es sede de un vacunatorio contra el Covid-19 en el que se proyectan películas para atenuar la espera. Así, este nuevo aniversario se presenta como una gran oportunidad para revivir su historia y su génesis.

El Lumière como espacio cultural –en todos sus momentos- es una historia de encuentros, de construir con otros y otras. Nació como un salón de baile de una asociación que surge a partir de la unión de trabajadores: un lugar para celebrar, para bailar y compartir la música, los primeros amores, para casarse, cumplir años y estar con los seres queridos. El paso del tiempo lo transformó en el cine del barrio Industrial.

En vísperas de este nuevo aniversario, Sol Dorigo, coordinadora del centro cultural, reflexiona: “Si hay algo que caracteriza al Lumière es que persiste, contiene, insiste y se reinventa. Cuando la historia daba por sentado que desaparecerían los cines de la ciudad, se convirtió en un centro cultural que, lejos de cerrar, abrió nuevas experiencias, nuevos modos de ser habitado por las vecinas y vecinos. Además de las funciones de cine los sábados y todo un universo de propuestas culturales durante la semana, abrimos las actividades al cielo y tomamos las calles, armamos carnavales, sumamos espacios para seguir dándolo todo. Y cuando todo se puso difícil y tuvimos que quedarnos en casa, el Lumière explotó su mundo digital para entrar en la de nuestro público, para acompañarlos cada día, con historias, con experiencias posibles y maravillosas”.

“Cuando llegó la oportunidad, nos adaptamos nuevamente para volver a vivir el cine como una experiencia colectiva. Y en esa vuelta nos abrimos a acompañar este proceso histórico de salud, que es vacunar a toda la población para poder seguir creciendo, encontrarnos y contarnos historias”, concluyó.

Dante Taparelli, secretario de Cultura y Educación municipal, reflexiona: “El Lumière es un buen ejemplo para pensar en el paso de los tiempos y en las marcas históricas. También en cómo se reconfiguran los destinos de las instituciones. Su nombre y su origen asociados al cine, ese llamado séptimo arte que tantos momentos nos dio".

"Tuve la suerte de ser parte de la reconversión de este cine que había visto su ocaso y vivenciar la apuesta de darle una nueva vida como centro cultural. Y hoy, que la pantalla siga viva como compañía de quienes van a recibir la buena noticia de una vacuna, es una de las mejores muestras de que la cultura siempre está ahí, sólo hay que saber escuchar su latido”.

Un repaso de su historia

Manuel Rey y Modesto Bou, responsables de la sala, proyectaban las historias que los vecinos se acercaban a ver y escuchar. En innumerables tardes de funciones en continuado, comenzaron a tejerse nuevas tramas, nuevos personajes, nuevos amores.

La coyuntura socioeconómica implicó que cada vez fuera más complejo sostener salas de cine, paseos y salidas. Es entonces cuando nació el capítulo de Centro Cultural Municipal. Pensado como un espacio necesario, de puertas abiertas, desde el barrio hacia toda la ciudad. Durante estos 28 años se fueron instaurando las múltiples propuestas: talleres de diversas disciplinas, las funciones de teatro, conciertos, peñas y milongas, las colaciones, los festivales, tomar la calle para no dejar de celebrar, aunque el calor apremiara. Como sello distintivo, los sábados de cine que no dejaron de existir, gratis, para todas y todos.

El contexto actual de pandemia implicó una nueva resignificación. Desde marzo de este año, parte de su espacio fue adaptado para que pudiera funcionar un vacunatorio anti Covid-19. Lejos de apagar su pantalla grande, el Lumière apostó a seguir proyectando películas, en esta oportunidad para las personas que asisten al lugar y esperan a ser inoculadas.