Leandro Somoza duró 75 días como director técnico de Rosario Central. Agarró el equipo el 27 de marzo tras la ruidosa salida de Cristian González y nunca pudo encontrar un rumbo. Ni siquiera pudo lograr salir de la última posición de la pasada Copa de la Liga Profesional. Este martes renunció tras una reunión con la dirigencia en Arroyo Seco. 

En su primera conferencia de prensa empuñó las palabras "confianza y orden" como los dos focos para salir del mal momento. Nada de eso ocurrió, al contrario, nunca logró un equipo ordenado, no sólo en la cancha, sino en su composición.

Lo que sí pudo hacer es desprenderse de varios jugadores a los que declaró prescindibles. Aparentemente fue una decisión alineada con las aspiraciones de la dirigencia canaya, pero le terminó jugando en contra ya que nunca le saldaron los huecos en el equipo. A las pocas semanas de llegar, borró a Emiliano Vecchio del plantel. Bajo la excusa de ponerlo en forma, lo corrió un par de semanas del equipo. Todo estaba cantado: Vecchio terminó eyectado del club. Ricardo Garay, Javier Báez, Michael Covea y Milton Caraglio también fueron marginados.

Justamente eso parece haber sido lo que rompió la relación la dirigencia. Después de avisar que los jugadores mencionados no seguían en sus planes -ni en los de la dirigencia- los refuerzos nunca llegaron. Promesas incumplidas en medio de un desorden institucional desastroso. 

La cosecha de puntos fue mala: de once partidos dirigidos perdió tres, empató cinco y ganó tres, uno frente a Independiente por 3 a 0, el otro a un equipo muleto de Estudiantes en la última fecha y el restante frente a Sol de mayo por penales por la Copa Argentina. La campaña de visitante fue pésima.