Era una semana para el despegue de Newell's, para cimentar tras el costoso y festejado triunfo del sábado pasado frente a Banfield una estructura que haga un equipo sostenible. Paso a paso, de eso se trata armar un equipo y consolidarlo, pero este miércoles el paso fue para atrás.

En ese movimiento perdió una buena oportunidad. Con el envión de pasar la instancia copera podría haber viajado a Córdoba a enfrentar a Instituto con otro ímpetu, luego recibir a Barracas Central y enfrentar a un destrozado Colón. Una seguidilla de partidos medianamente accesibles para un equipo en racha. Pero ahí está el golpe en San Nicolás: no dejó despegar. 

Si bien es fútbol y todo puede pasar, jugar contra un equipo tres categorías inferior como Claypole ampliaba las chances para no tropezar. Los cuestionamientos pueden encontrarse en el equipo que paró el DT, con diez cambios -sobre todo cuando todos los titulares estaban disponibles para jugar según Heinze-, piezas que no engranaron, que no fueron pacientes, y un funcionamiento con sólo algunas ráfagas que no alcanzaron para meter un gol. 

Este tipo de derrotas “evitables” dan lugar a miradas de reojo. Un mal partido el fin de semana generará un malhumor innecesario en apenas un puñado de partidos del ciclo Heinze. De hecho, en San Nicolás se sintieron los murmullos y el DT salió a contestar sin filtros. “Me molestan los silbidos”, lanzó. Los hinchas podrán decir, con más razón, que le molesta la imagen que dejó el equipo en cancha contra Claypole. 

La cuestión es que la derrota caló y es una bala perdida, una de las cruces tachadas apenas comenzado el año. Esto no quiere decir que todo esté perdido, claro, menos en un DT que trabaja mucho. Heinze lo pasó en limpio y con un mensaje optimista: “Esto es parte de la profesión, estas cosas pueden pasar. Les dije a los jugadores que aprendan y que les duela la derrota”. Esto último, seguro.