Como único líder y, aún, invicto en el torneo, el Newell’s de Javier Sanguinetti plasma en la cancha mucho de lo que mostró en la Copa de la Liga pasada, donde por un traspié se quedó afuera de la lucha por el título.

Un Newell’s sin ideas y, sobre todo, muy tocado anímicamente, fue lo que se encontró el entrenador de 51 años en diciembre del año pasado. Y la cuesta abajo venía de algún tiempo antes.

La complicada salida de Frank Kudelka, que no había hecho tanto para terminar yéndose del club, desembocó con un año de idas y vueltas que solo restaron en el rearmado de un equipo que hasta entonces no tenía identidad.

Con la salida del DT cordobés llegó la posibilidad de un nuevo desafío para el Mono Burgos, que venía de ser ayudante del exitoso ciclo del Cholo Simeone en Atlético de Madrid. El ex arquero llegó con mucha ilusión, y con la idea de “poner a Newell’s donde se merece”, pero su paso fue fugaz, y en sólo 84 días y 15 partidos ( 4 victorias, 6 empates, 5 derrotas), la dirigencia leprosa decidió despedirlo.

Una mala organización y una etapa que duró menos de lo que estaba planeado, le dio la oportunidad que reclamaba hace mucho tiempo a Fernando Gamboa, quien se anotó primero en la lista de candidatos.

El “Negro”, que tuvo su primer paso por el conjunto rojinegro en 2008/09, y firmó 8 victorias, 7 empates y 4 derrotas en 19 partidos jugados, llegó como un hincha más, y comenzó de buena manera, ganando los dos primeros encuentros, pero luego el equipo fue de mayor a menor, y el ciclo llegó a su fin, incluso con peores números que Burgos.

Quien tuvo el valor de tomar a un equipo hundido y sin ideas futbolísticas fue el DT de inferiores, Adrián Taffarel, pero su estadía fue corta, y culminó su etapa con el retiro de Maxi Rodríguez y de Ignacio Scocco.

Eso es lo que se encontró Javier Sanguinetti, cuando fue nombrado como entrenador leproso en diciembre de 2021. La llegada de “Archu” se veía como una posibilidad de sacar a Newell’s de las zonas de abajo, y luego de terminar en los últimos puestos en los campeonatos anteriores, conseguir un torneo, aunque sea, regular.

Lo que no se esperaba el hincha ni la dirigencia leprosa, era que el equipo pelee la clasificación hasta el final en el primer semestre (siendo uno de los de mejor juego), y mucho menos se esperaban ser punteros únicos en cinco fechas del segundo semestre.

Con el diario del lunes es fácil no coincidir, pero la realidad es que nadie esperaba que con la misma base, y algún que otro refuerzo, el equipo esté donde está, y lo que es más importante, lo efectivo que es en su juego.

Los resultados del equipo leproso no son casualidad, y aunque en lo que va de torneo no se ha visto a un Newell’s super dominante, parece encontrar su mayor cualidad en entender su rol ante cada partido.

La Lepra entiende cuándo debe tener la posesión, cuándo debe atacar, y cuándo debe ser el que espera y sale de contra. El equipo de Sanguinetti sabe ser un equipo que puede dominar, pero no tiene problema en ceder la pelota sin perder el control.

Quizás el único partido donde los rojinegros sufrieron de más fue ante Estudiantes, ya que el Pincha supo encontrar huecos y atacar de manera dinámica, pero allí el equipo supo sufrir y golpear donde más dolía, y eso es una gran virtud.

El gran nivel de diversos jugadores como Willer Ditta desde su llegada y, en este momento, el de Ramiro Sordo, han ayudado a definir partidos que en otro momento hubiesen quedado en la nada.

Está claro que dentro de la cancha los que deciden y actúan son los jugadores, pero la mano y la cabeza de Sanguinetti se notan, y la confianza del equipo, más allá de llegar con los buenos resultados, tiene mucho que ver con la manera de trabajar de un cuerpo técnico que ha sorprendido mucho, y siempre para bien.