Eduardo Bermúdez, el presidente de Newell’s Old Boys, cumple con unos requisitos que pocos hombres del fútbol tienen: es presidente del club que dirigió luego de ser jugador. Hace un año se hizo cargo de la administración del club, hace 40 pasó por el banco y diez más atrás, en 1967, jugó en primera.

Surgen rápidamente los nombres de Pasarella o Beckenbauer cuando el futbolero recibe el desafío de pensar una persona que haya cumplió los tres requisitos. La figura del leproso está lejos de ocupar en Newell’s el lugar que de esos dos símbolos ocupan en River o en el Bayern Múnich. El Kaiser y el alemán fueron campeones y figuras como jugador y dejaron su huella desde el banco. Desde la presidencia, el de River tropezó con su ego y tozudez. El alemán marcó una época. Bermúdez, hace más de un año, buscó imperiosamente un candidato que se exponga para que él pudiese seguir manejándose detrás del escenario. Nunca lo encontró. Llegó al poder empujado por su miedo a perder los vínculos con el negocio del futbol. 

En 1967 el Estudiantes de Osvaldo Zubeldía se encaminaba a ser inolvidable. Peleaba el campeonato y recibía a Newell’s. El equipo del Parque, de resultados irregulares en el campeonato, se trajo un valioso empate desde La Plata. La hazaña costó poco: Mesías y Zucca fueron sancionados. En la vuelta del equipo a Rosario para enfrentar a Huracán un joven Eduardo Bermúdez sonreía. Sabía que le tocaba a él.
 
No había muchas variantes en el plantel y el técnico de Newell’s optó por poner al en ese entonces bigotudo volante como defensor central. Ángel Zof pensó que Bermúdez podía cumplir con el trabajo. Así medio siglo atrás el hoy presidente jugó en primera.
 
Pasaron 50 años y Bermúdez todavía exprime como una naranja su pasado rojinegro. “Hace 50 años que estoy en el club” se jactó en la última asamblea en dónde recibió un cachetazo político al no conseguir aprobar su presupuesto.

Aquel partido con Huracán terminó sin goles. En la crónica sobre el partido que publicó el diario La Tribuna, Bermúdez se coló en la última frase. Newell’s y Huracán hicieron un partido malo y el periodista Juan Pascual cerró su nota aprobando al debutante: “Huracán atacó también temeroso y por eso Musante, Bermúdez y Bertoldi se bastaron para dar soluciones”.
 
El debut de Bermúdez, que no tuvo gloria y tampoco pena, tuvo otro condimento: también fue la despedida. Su carrera dentro de la cancha se diluyó en torneos de interior de la provincia. Pero no bajó los brazos para seguir vinculado a Newell’s.

Diez años después le tocó hacerse cargo del equipo desde la dirección técnica por la salida de un DT que luego sería campeón rojinegro. “La gente concurrió al Parque Independencia atraído por 'el nuevo Newells', el Newell’s de Bermúdez, el joven técnico que sucedió a José Yudica”, rezaba otra crónica de la época. Fue 4 a 0 ante un rival que entonces no estaba bien considerado “All Boys constituye, desde hace mucho tiempo, una tibia fuerza”, se detallaba en el diario.

 
Fueron cuatro meses sin sabor. En Newell’s no estaban espantados con el trabajo de Bermúdez, inclusive le presentaron una oferta de renovación. Pero Eduardo no quedó satisfecho con el dinero que embolsaría ni con la inseguridad que el fútbol le daba. El miedo que lo impulsó hace un año a ser presidente, lo sacó del banco hace 40: los negocios por delante.