Hace un siglo como mínimo que se sabe que el fútbol es el deporte donde el débil puede devenir más fuerte que el fuerte, pero sólo cada tanto esa certeza se revela de forma masiva como en la flamante sexta fecha del campeonato argentino: Independiente tiene mucho más que Atlético Tucumán, Racing tiene mucho más que Atlético de Rafaela y River tiene mucho más que Patronato… pero los tres perdieron.

También perdió Colón de Santa Fe con Vélez y fue al cabo uno de los cuatro equipos que declinaron su invicto, aunque en este caso se trataba de fuerzas parejas; más experimentados los santafesinos y más juveniles los de Liniers, pero fuerzas parejas al fin. 

Donde todo está como entonces es en la punta, y eso porque Estudiantes de La Plata aprobó su examen más exigente hasta aquí y sacó adelante un frenético ida y vuelta ante el siempre peligroso de Rosario Central del “Chacho” Coudet, que volvió a irse a la banquina en reacción al arbitraje rocambolesco del siempre temible Diego Abal.

Menos firme en la defensa que otras veces y a la vez más afinado en la elaboración y contundente en la definición, Estudiantes dio la talla y llegará con la confianza por la estratosfera al bravo compromiso del domingo próximo, en el Nuevo Gasómetro, ante el equipo más lúcido y lucido de estos días. Que no es otro que el San Lorenzo dirigido por el uruguayo Diego Aguirre: entre semana vapuleó a Godoy Cruz por la Copa Argentina y ayer vapuleó a Arsenal, en Sarandí. 

Se objetará, no sin un sesgo de razón, que el Tomba está hoy a años luz del equipo que fue una de las revelaciones del torneo inmediato anterior y que Arsenal supone una expresión de las más austeras y limitadas, pero el que no está en condiciones de merodear las cumbres más altas no es capaz de jugar bien ni con los buenos ni con los malos.

San Lorenzo tiene lo que hay que tener (control de la pelota y del territorio, elaboración y gol, mucho gol, por lo general Nicolás Blandi y ahora Martín Cauteruccio con un triplete de luxe), en todo caso queda pendientes la regularidad virtuosa y el salto de calidad versus los rivales más calificados. 

Del Racing de Ricardo Zielinski, de salto de calidad, ni hablar: tenía encaminado el partido contra la Asociación Mutual Social y Deportiva Atlético de Rafaela, ganaba 2-1, Lisandro “Licha” López malogró un mano a mano de los que acostumbra a resolver con categoría y de pronto cayó la noche.

En “La Crema” entró un pibe de 18 años con el número 23 en el dorsal y en un rato armó un zafarrancho, hizo dos goles y consumó una gran victoria como recompensa añadida vale el noveno puesto: Marcos Borgnino es el nombre de quien tal vez se tenga que hablar a menudo y para la esquina de la consideración elogiosa.

Independiente, en cambio, si algo no tuvo jamás fue encaminado su compromiso con Atlético Tucumán, por cuanto recibió un gol al minuto, la expulsión del lateral Gustavo Toledo lo dejó 10 contra 11 y entre su escasa pericia para definir en el área de allá y su endeblez para defender el área de acá dejó servida la mesa para una auspiciosa recuperación de los del “Vasco” Azconzábal. 

El del estadio Libertadores de América fue un partido con algo de morbo, pongamos, toda vez que coincidió con el entuerto de dos que pugnan por entrar a la Copa de 2017: los tucumanos cuentan con el originario aval de la Conmebol, pero como los reglamentos de la Conmebol están más agrietados que el Titanic, vaya a saber, la astuta dirigencia de Independiente querrá hacer valer la letra chica, un sobreentendido o un malentendido, lo mismo da. 

Una perla de iracundia en el “Rojo”: su hinchada, o una parte de su hinchada, despidió a sus "players" con entusiastas silbidos, y eso que Gabriel Milito tiene espaldas. 
Entusiastas, vencedores los dos, Boca y Newell’s hicieron bien los deberes, aunque los rosarinos tuvieron más de una razón para festejar: los tres puntos conseguidos ante Gimnasia, haber reservado algunos puntales para el clásico del fin de semana próximo y conservar el segundo puesto a dos puntos de Estudiantes.

Boca, ahora con Carlos Tevez y algunas pinceladas de calidad, fue bastante más que Sarmiento de Junín y lo hizo efectivo en el resultado final (primer gol de Walter Bou con la camiseta "xeneize", su hermano Gustavo había convertido para Racing), sin dejar de preocupar a su gente por la recurrencia en caer en bajas de tensión. 

Ahora, la baja de tensión que sufrió Boca fue relativamente fugaz e indolora, pero la que sufrió River duró 45 minutos y le costó el partido. Un gol del muy crecido Sebastián Driussi pareció apenas el preámbulo de una goleada, a lo menos de un triunfo cómodo, sin embargo River pasó de bien a aceptable, de aceptable a regular, de regular a mal y de mal a se quemó el asado y el vino tinto está picado. 

Gloria y loor a Patronato de Paraná, desde luego, por sobreponerse a los chaparrones, animarse a buscar, empatar gracias a una corazonada del chileno Gabriel Vargas y duplicar la apuesta hasta con los laterales, uno de los cuales, el hijo de la casa Lucas Márquez, consumó el histórico golpe de escena.

Claro que Marcelo Gallardo no pensó lo mismo: acusó a los jugadores del cuadro entrerriano de no haber devuelto la pelota en la acción previa al segundo gol. 

En la sexta fecha del campeonato criollo hubo cuatro que perdieron por vez primera y otros cuatro que se bautizaron en la suma de tres porotos al tiempo: amén de Patronato, Defensa y Justicia con Banfield, Tigre con Olimpo y Talleres con San Martín de San Juan. Entre las varias notas salientes de la fecha, destacaron asimismo el primer tropiezo de Huracán en la era de Ricardo Caruso Lombardi (2-1 con Temperley en Parque Patricios), la convincente demostración de Lanús ante Godoy Cruz y el primer gol del cordobés Hernán Barcos con la camiseta de Vélez.