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"Olé olé olé, cada día te quiero más; oh Argentina, es un sentimiento, no puedo parar". La canción retumbó en el Arena Zagreb durante los minutos previos al arranque del duelo. Fue un momento conmovedor, mucho mñas cercano al ámbito del fútbol, que al mundo del tenis, pero indudablemente conmovedor. Y a continuación, a modo de grito de guerra, la gente decidió cerrar el momento con el clásico "Y ya lo vé, y ya lo vé, somos locales otra vez".

¿Y los croatas? Asombrados por el espectáculo, primero aplaudieron. Después, trataron de hacerse sentir, pero no fue lo mismo. En el duelo de hinchadas, los albicelestes volvieron a dejar su sello en el estadio.

La tensión de los primeros games se hizo carne en las tribunas. En cada acierto de Mayer, un grupo de fanáticos levantó por el aire los cuatro "Yacaré" inflables que evadieron la prolija tarea de seguridad de los ingresos.

Los locales tuvieron entre sus filas a un hincha de lujo, Ivan Ljubicic. El "Pelado", uno de los líderes del equipo ganador de la Davis en 2005, fue homenajeado en la ceremonia previa al juego de dobles. Y luego se instaló en una de las cabeceras, desde donde alentó a sus compatriotas con una matraca tamaño familiar. 

Pero Ljubo abusó del instrumento, y antes del cierre del primer set, encargados de seguridad le quitaron la matraca. Aunque la actitud de Ljubicic, hasta le podría haber costado la expulsión del recinto por mala conducta.

Con el correr del partido, el empuje argentino desde las tribunas fue cediendo, casi a la par de la producción de la dupla albiceleste. No hubo forma de evitar el contagio.