La competencia de tenis más prestigiosa del mundo, Wimbledon, comenzará el próximo 27 de junio en Londres y la organización ha decido ponerse firme contra los arreglos de los partidos y el dopaje.

El Gran Slam británico no quiere que se repita lo ocurrido en el Abierto de Australia con las apuestas o el positivo de alguna sustancia prohibida, como el caso por Meldonium de María Sharapova. Por consiguiente ha instalado un circuito cerrado de televisión para monitorear los encuentros y controlar a los tenistas, además de implementar su propio control antidoping.

En Roehampton, adonde se está desarrollando la clasificación, las 16 canchas tienen cámaras colocadas en sus cabeceras que vigilan cada movimiento de los jugadores para que los partidos se disputen en forma limpia.  

Todo se graba y luego los especialistas analizan las imágenes para detectar cualquier anomalía en las jugadas o en el comportamiento de los deportistas.

Además, el propio control antidroga implementado por el certamen inglés será riguroso y se tomarán muestras de sangre y orina adicionales a las que se realizan habitualmente. Para tal fin, se contrató a una empresa privada y no solo se harán durante la clasificación, sino también a los participantes del cuadro principal.